01 abril 2006

MAGISTER ALIUS CASUS

Queridos todos:

Cada vez encuentro más datos que me llevan a pensar que Cervantes tenía en mente el traslado de los restos de San Juan de la Cruz a Segovia cuando escribió el capítulo en donde se habla “De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo, y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos” ¿Existió Alonso López? Al menos, en la ciudad de Alcobendas, sita en la Comunidad de Madrid, de donde según relata Cervantes era oriundo el antes citado, le tienen dedicada una calle y con su nombre se designa un Instituto de Segunda enseñanza en esa localidad... Seguiremos la pista de este López quien después de todo el follón que se menciona en la aventura le dijo a Don Quijote: “Olvidábaseme de decir que advierta vuestra merced que queda descomulgado por haber puesto las manos violentamente en cosa sagrada: juxta illud: Si quis suadente diabolo, etc. -No entiendo ese latín -respondió don Quijote-, mas yo sé bien que no puse las manos, sino este lanzón; cuanto más, que yo no pensé que ofendía a sacerdotes ni a cosas de la Iglesia, a quien respeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy...”

Fue el azar quien hizo ese encuentro y esa aventura. Nuestras vidas están impregnadas por ese azar del cual no podemos aislarnos. Muchas veces son cosas, personas o hechos casi sin importancia las que cambian nuestras vidas. “La Saga” que semanalmente nos entrega Kacike es un vivero de historias ligadas al azar que terminaron con el asentamiento de nuestra familia en Venezuela. Igualmente si analizamos cualquier evento de nuestra historia personal podemos ver en ella cómo el azar juega un importantísimo rol. Personas que conocimos muy de pasada, de pronto se tornan importantes en nuestras vidas; tan importantes que alteran el curso de la misma. Incluso personas a quienes nunca hemos conocido y que se constituyen en causa de un cambio radical. Sin ir más lejos, en mi caso personal, Hugo Chávez.

Durante toda mi vida laboral, mi estrategia estaba teleológicamente consustanciada con retirarme, con suficientes bienes de fortuna a los 55 años de edad. Cada año hacia inversiones, con el dinero que podía quedarme, para lograr esa meta. Queríamos vivir, a partir de 2003, entre España y Venezuela: 6 meses por año en cada país. Con orgullo puedo decir que la estrategia la habíamos cumplido exitosamente. Pero el azar jugó su papel: Chávez ganó las elecciones. Dependiendo del ojo con el cual se mire, cometí el gravísimo error o realicé el más honroso y patriótico acto de invertir únicamente en Venezuela. Nunca expatrié definitivamente dinero en dólares –como lo hizo y hacen la inmensa mayoría de los venezolanos- y solo invertí fuera cuando compre nuestra casa de retiro en España, la que ustedes bien conocen como mi República de Manolia.

De esa manera gratuita, nos habían arrebatado para siempre toda nuestra estrategia, todos los planes que se fueron cristalizando a lo largo de 30 años de trabajo honrado en empresas de primera calidad. Nos habían quitado, pues, la vida y de paso, le han quitado el futuro a todos esos excelentemente preparados jóvenes de la Venezuela actual, si persisten en quedarse allí. La aparición de Chávez, fue un juego del azar, tan traumático como para Alonso López la aparición del Quijote mientras trasladaban el féretro a Segovia pues “a mí de derecho me habéis vuelto tuerto, dejándome una pierna quebrada, la cual no se verá derecha en todos los días de su vida; y el agravio que en mí habéis deshecho ha sido dejarme agraviado de manera que me quedaré agraviado para siempre; y harta desventura ha sido topar con vos, que vais buscando aventuras.”

Y lo que el azar nos depara lo enfrentamos con la necesidad; y luchamos para superar o para afianzar eso que nos depara el azar; para afianzar nuestra necesidad primitiva y última de vivir. Pero como humanos damos valor a los hechos. Nos persigue una fatídica manía ontológica primaria y bidimensionada: el aquí y el ahora. Y por ello solemos asignar o valorar como “bueno” aquello que apoya la vida y su disfrute y como “malo” todo lo contrario. Lo curioso es que algo que valoramos como malo “hic et nunc” un tiempo después lo valoramos como “bueno”. Nuestras vidas no son otra cosa que la resultante de innumerables escenarios y luchas entre el azar y la necesidad, y nuestra felicidad un interminable ejercicio ambivalente “bueno-malo” de donde surge esa cosa curiosa, extraña, y sui generis que se ha dado en denominar “Etica”

Esto no es nada nuevo, así lo había presentido el filósofo griego Demócrito de Abdera cuando decía: "Todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad". Jacques Monod, premio Nóbel de medicina, es más conocido por su obra “El azar y la necesidad”, que por su labor estrictamente científica. En esta obra, Monod no solamente habla de biología, pues, sutilmente, penetra en los órdenes religioso e ideológico. El subtítulo ya es toda una declaración: Estudios sobre la filosofía natural de la moderna biología.

El azar y la necesidad desarrolla un cierto número de tesis sobre la "gran paradoja de los sistemas vivos": el hecho de que estos sistemas sean a la vez inmutables y perpetuamente cambiantes. Inmutables, porque son el teatro de fenómenos indefinidamente idénticos a sí mismos. Perpetuamente cambiantes, en cuanto les sobrevienen eventos imprevistos que modifican el curso de las cosas. En el mundo vivo, la reproducción funciona como el operador principal. Para el genetista, el ser vivo representa la ejecución de un programa inscrito en su herencia. Pero sobre esta trama regular intervienen variaciones imprevisibles: las mutaciones. A escala evolutiva, las mutaciones permiten la aparición de nuevas especies y tipos. Pero a nivel individual, las mutaciones son siempre nocivas y se producen por azar, mientras que la herencia obedece a leyes conocidas.

Monod clasifica las grandes corrientes explicativas de los sistemas vivos en dos grupos, unos que afirman que la necesidad (teleonomía) dirige el azar (la emergencia) y los otros, al contrario, que la emergencia precede a la teleonomía. En el primer grupo se encuentran todas las teorías vitalistas que hacen intervenir a una misteriosa "fuerza vital" propia de la materia viva, como las explicaciones causales de naturaleza metafísica o "animista", desde la física de Aristóteles hasta las tesis de Teilhard de Chardin. Curiosamente, Monod afirma, que a esta misma "familia ideológica" también pertenece el materialismo histórico del marxismo; pues citando a Engels y Marx, demuestra que "el marxismo es una forma moderna del animismo universal", un idealismo que se engaña a sí mismo al vanagloriarse de "objetividad", por ejemplo, cuando Engels rechaza el segundo principio de la termodinámica y el criterio selectivo de la evolución. Para monod, "Las sociedades marxistas profesan una religión materialista y dialéctica de la historia. Su sistema está enraizado en el animismo, fuera del conocimiento objetivo, fuera de la verdad, extranjero y definitivamente hostil a la ciencia, a la que quiere utilizar, pero no respetar y servir". Y precisa: "Más aun que los otros animismos, el materialismo histórico reposa sobre una confusión total de categorías de valor y de conocimientos. Esta confusión le permite, en un discurso profundamente inauténtico, proclamar que ha establecido "científicamente" las leyes de la historia, a las que el hombre debe someterse y obedecer, si no quiere entrar a formar parte de la nada. Una ilusión tan pueril como mortal".

No os voy a dar el cotarro con la obra de Jacques Monod, solo advertiré que tuvo el mérito de plantear muy certeramente el problema. Las soluciones que propone, así como la ética que busca definir, no me parecen satisfactorias. En el momento mismo en que habla de "conocimiento objetivo", Jacques Monod ha hecho implícitamente una elección; una valoración que hay que situar previamente en un sistema de valores y allí nos perdemos...

Tenia todos estos pensamientos mientras caminaba ayer por la ribera del rio Henares cuyas fotos compartí con vosotros enviando una invitación a verlas... Mater natura, principio y fin, y nosotros un producto complejísimo, como individuos, de polvo estelar con conciencia de si mismo en ella, siendo ella, mientras destroza simultáneamente, como especie enferma y demente que somos, a esa misma naturaleza. Somos una suerte de azar para la Naturaleza y ésta tiene también su ejercicio de necesidad que acabará por exterminar a esa, nuestra especie, como “sabiamente” ya lo ha hecho con muchísimas otras.

Allí estábamos en la ribera del Henares llena de carrizos, sauces llorones y árboles del cielo “altus altíssimus” con su inexorable función invasora... El ruido del rio, el croar de los patos y gansos, el piar de la multitud de pájaros me hacen hermanar con ese mágico entorno que me recuerda una y otra vez que “polvo eres y en polvo te convertirás... “ polvo indestructible que un buen día puede ser parte integrante de otro ser. Las leyes físicas nos recuerdan que en la naturaleza nada se destruye todo se transforma. Quizás sea esta la base científica –la única válida- de ese timo que han dado en llamar los santurrones del otro bando, como “Reencarnación”. No me vengan con ese cuento de que seré un árbol, o un gallo, o un ratón o cualquier otro animalejo... si no tengo conciencia de mi mismo. Y en el presente, aún aceptando esa trampa lisonjera y falso bebedizo de eternidad ¿de qué me sirve ser hoy en día reencarnación de muchos otros seres si no me acuerdo de cuando era ellos y no era yo?. ¿Si no me aportan ninguna experiencia utilizable en mi ejercicio diario de lucha necesidad-azar? ¡Qué horroroso despilfarro! Todas esas experiencias tiradas al trasto del olvido y que solo emergen –según dicen- muy circunstancialmente y en dudosísimas situaciones de regresiones hipnóticas... y para más INRI, ahí tenemos al próximo Dalai Lama hoy en día “reencarnado” en un chaval de Granada. Resulta pues que el próximo Dalai Lama come gazpacho andaluz y puede que en lugar del monótono cantar bitonal de los monjes budistas se lance, en el insoportable silencio de los templos de Lhasa, por “bulerías” o por “martinete” o por algún otro “palo” del Cante Grande del flamenco... ¡Ya te digo! Quien quita que así como ha sido un éxito discográfico el aburridísimo canto de los monjes budistas de un templo en Barcelona (todavía España), a lo mejor el próximo éxito discográfico de los santones de hoy en día venga del Tibet pero con ritmo de “sevillanas”. En fin la autoconciencia produce sus propios corto-circuitos o “monstruos” como diría Goya, porque sabe que muere y para algunos muere para siempre... Agur.

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TITULO: El azar es un segundo maestro

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