14 enero 2006

MORTEM TIMERE CRUDELIUS EST QUAM MORIS

Queridos todos:

El acontecimiento de hoy es el bautizo de la Infanta Leonor de todos los Santos, ¿futura reina de España? a cargo de Monseñor Rouco Varela. Mi bautizo ocurrió el 22 de diciembre de 1947, a cargo de Don Manuel Mateo Ramos, Coadjutor de Ntra. Señora de la Granada, parroquia de Moguer. Yo no soy Infante, quizás por eso tengo un solo nombre. Mojaron mi cabeza ¿quién sabe? si con aguas del pozo de la Iglesia, o de la noria, o del intrigante rio Tinto... aguas muy distintas a las del rio Jordán, que deslizaron hoy sobre la cabeza de la Real Heredera. Nuestras diferencias son extremas, las mismas que en su día existían entre Letizia, la periodista y el príncipe Felipe, sin embargo, nuestros abuelos maternos tienen en común el haber recorrido mucho: El mío, Don Manuel Flores Molin, por que fue piloto capitán de barco, experto de la mar océana y el de Doña Leonor por haber sido un honrado taxista... Asimismo, Doña Leonor y yo tenemos en común el hecho de que ambos podemos llegar algún día a reinar. Tanto ella como yo solo necesitamos, para lograrlo, de un sencillo cambio: Ella en la Constitución de España y yo en la de Manolia... En este escenario reconozco mis ventajas: Por una parte, Manolia persistirá a lo largo de los siglos, incluso me estoy temiendo que sea, en esta humilde República, donde se lleve a cabo el juicio final; mientras que, por lo que se ve y se palpa, España parece que va camino de la total desaparición y por la otra, el Congreso de Manolia esta por la labor de aprobar el cambio constitucional en cuanto el mismo sea precisado, pues siendo el “El Quijote” el texto de nuestra “bicha”, allí se fundamenta en variados capítulos una Monarquía en lugar de una República, mientras que, insisto, la írrita e irritante actuación de los señores diputados del gobierno ZP, en las Cortes de España, están mas por la labor de la secesión de este vetusto país que por la de proclamar a Doña Leonor como auténtica heredera al trono... ¡A ver quien envía primero la invitación al acto de coronación! ¡Pobre Leonor I, si acaso y cuando mucho, futura reina de la Hermandad Gallega de Caracas...!

Pasando a otro tema. ¿Es la muerte lo mismo que no haber nacido? Nos preguntaba kacike (Oscar) en una de sus últimas colectivas... Me imagino que la pregunta va por el lado de ¿hay después de la muerte lo mismo que hubo antes del nacimiento? O mejor aun, ¿Es similar el grado de conciencia personal en ambas situaciones? Esa amalgama de polvo estelar que formó y sigue formando nuestro planeta y de ese planeta esa porción de “tierra” que devino en ser una persona ciertamente no existía como conciencia antes de haber nacido y lo más probable es que tampoco exista como tal después de haber muerto. La memoria, la conciencia personal, si no es un producto más de nuestro cerebro, es al menos necesaria la existencia de éste para que exista aquella. No hace falta estar muertos para darnos cuenta de ello en las personas que han padecido un estado de amnesia o un alzheimer avanzado... terminan por no saber ni siquiera quienes son y si ellos mismos ignoran quienes son, entonces, ¿qué son? ¿Acaso verdaderamente son? ¿qué diferencia hay, desde el punto de vista de conciencia, entre un total desmemoriado y un cangrejo? Pues que a lo mejor el cangrejo tiene más conciencia... ¡mira tú por dónde!

Nos recuerda Unamuno que: Ni el anhelo vital de inmortalidad humana halla confirmación racional, ni tampoco la razón nos da aliciente y consuelo de vida y verdadera finalidad a esta. Mas he aquí que en el fondo del abismo se encuentran la desesperación sentimental y volitiva y el escepticismo racional frente a frente, y se abrazan como hermanos. Y va a ser de este abrazo, un abrazo trágico, es decir, entrañadamente amoroso, de donde va a brotar manantial de vida, de una vida seria y terrible. El escepticismo, la incertidumbre, última posición a que llega la razón ejerciendo su análisis sobre sí misma, sobre su propia validez, es el fundamento sobre que la desesperación del sentimiento vital ha de fundar su esperanza.

De acuerdo con ello, supongamos, pues, que allende la vida se sustenta, perdura, vive, continúa nuestra conciencia personal (si no es personal, si no soy YO, no me vale para nada), me pregunto ¿de que vale que así sea? Ciertamente podemos llegar a pensar en la maravilla del reencuentro con nuestros seres queridos y esta dulzura ¿acaso durará eternamente? Reencontrarnos con ZP o con Chávez tendría también su “talante” de eternidad ¡qué cosa más abominable! Nuestro instinto de supervivencia animal nos lleva, racionalmente a resistirnos a la NADA; nos lleva a plantearnos alguna forma de conciencia después de la muerte, y cosa curiosa, nos lleva a un cielo, es decir a un estado “de felicidad” que no gozamos en vida. Pero si esto es igual para todos, entonces volvemos a caer en la misma situación de cuando vivíamos, pues la causa de la felicidad en unos, es desdicha y pesadumbre en otros... por lo tanto, aquella “visión beatífica” en el prometido cielo seria tan despreciable o tan apreciable como la que actualmente vivimos...

Por eso me llama poderosamente la atención como en la Biblia, la humanidad, y su cielo, es decir, su estado de perpetua felicidad estaban ambos en la tierra, no había que esperar a la muerte para ello: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos (Génesis 2-8:10) Después aparece la tentación con un mensaje aterrador: Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. (Génesis 3-1:3) Y ya sabemos que ocurrió, y por ello le dijo a Adán: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y en polvo te convertirás. (Génesis 3-17:19) No se habla de ningún cielo ni infierno ni purgatorio después de la muerte; no se habla de alma alguna; el mensaje está claro: y en polvo te convertirás...

Por eso insisto que tratemos de pasar la vida lo mejor que podamos, tratemos de hacer nuestro cielo en esta vida que aún así, la vida misma, como buena puñetera que es, se encargará de minar nuestro anhelo; la vida misma nos impondrá su infierno y si después de la muerte ¡oh sorpresa! hay un cielo pues que lo gocen quienes lo anhelan y si hay un infierno que vea en él a quienes yo me se que para mi, eso ya sería suficiente cielo. No he conocido todavía una persona a quien la vida no haya “tocado” y lo curioso de todo esto es que el mismo hecho que a ti te causa felicidad, a otro le causa pesadumbre y viceversa. Quizás esto explica que Dios no haga nada pues el 50% le pide en sus oraciones que ocurra aquello que el otro 50% le pide que evite... ¡menudo lío ha de tener Dios al respecto!... Por eso ayer, plantándole cara a la vida, nos fuimos a ver una obra de teatro titulada “Una extraña pareja” versión castiza de la obra de Neil Simon “The odd couple” e interpretada magistralmente en la pantalla por los actores Jack Lemmon y Walter Matthau. La obra está en estos momentos en el top de las obras de teatro en Madrid. Ciertamente estuvo muy buena pero no alcanza la hilaridad de la versión gringa, pues como sabemos el humor es inherente a cada pueblo y en su idioma. La obra trata de la vida y peripecias de la vida en común de dos viejos amigos; uno divorciado alegre, derrochador, desordenado y el otro, meticuloso, pulcro, buen administrador en proceso de divorcio. Otra obra de teatro que vimos fue “El Método Grönholm” comedia que nace de una noticia aparecida hace algún tiempo en los periódicos en la que se aludía a una serie de documentos encontrados en un contenedor y pertenecientes al departamento de personal de una cadena de supermercados, según su autor. En ellos había anotaciones "racistas y barriobajeras" de las personas que habían acudido a realizar la entrevista de trabajo. La obra muestra cómo cuatro personas son capaces de hacer "lo que sea y de humillarse y perder su dignidad" para conseguir el trabajo. Esta obra nos hizo reír muchísimo y a mi me recordó muchísimas situaciones vividas cuando trabajaba en Citibank. Y otra que también fuimos a ver se titula “En un lugar de Manhattan” La última producción del genial grupo teatral catalán Els Joglars, y que muestra la situación agónica de los ideales, la muerte de la utopía, la inutilidad de la lucha por las causas imposibles, la nobleza de un quijotismo mal entendido y ridiculizado. Estas dos últimas obras las vimos junto con nuestros hijos antes de irse cada uno de ellos a sus respectivos destinos.

Tranquilos, pues, que algún serán realidad aquellos versos de Juan Ramón Jiménez:

"Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando:
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico...

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando."
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TITULO: Temer la muerte es más insoportable que morir. Publilius Syrus

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