03 junio 2006

VULNERANT OMNES, ULTIMA NECAT

Queridos todos:

En las colectivas 127 y 128, Kacike (Oscar) expone, “nova versio”, sus reiteradas opiniones sobre la gordura y los gordos abundando en detalles tan ejemplares como ese de las pobres gallinas de la Granja Camino Verde, días antes de ser enviadas al matadero. Incluso cita de The Economist el artículo titulado “eat less, live more”. ¡Qué ironía la de esas pobres gallinas que las hacían comer menos no precisamente para vivir más! Por su parte, el gran sabio de Valle de la Pascua y amigo personal de Oscar, Lukizarra, escribió en su oportunidad y desde su ignoto paradero, dos artículos, cuando menos, calóricamente demoledores titulados: “Crítica razonada de la gordura” y “Sobre la obesidad, dietas, colesterol y otras ideas ” terminando este último con el título de nuestra colectiva de hoy.

No seré yo quien defienda ningún tipo de anomalía ya sea ésta originada por la gordura o por la flacura, que ambas hacen muchas pupas y matan, pero lo que si pienso ¿defender? O quizás plantear son dos tesis: La primera es responder a la pregunta de si el hombre ha de ser flaco “per natura” y dos: ¡qué riquísimo es comer sabroso!

Con relación a la primera ya el filósofo Platón, en su diálogo Gorgias o de la Retórica dice, poniendo en boca de Calicles lo siguiente: “Está muy bien ser delgado en la medida en que se está creciendo y no es por tanto una vergüenza mostrarse escueto de carnes mientras se es joven; pero, si cuando uno es ya hombre de edad sigue siendo delgado, el hecho resulta ridículo, Sócrates, y yo experimento la misma impresión ante los que no han engordado que ante los que pronuncian mal o juguetean. Viendo a un joven delgado me complazco, me parece adecuado y considero que este hombre es un ser libre. Pero, en cambio, cuando veo a un hombre de edad que no ha ganado peso y sigue empeñado en mantenerse esbelto, creo, oh Sócrates, que este hombre debe ser azotado.” Y esto es cierto porque si ponemos nuestra atenta mirada en nuestros primos biológicos, los Gorilas, los Orangutanes y los Chimpancés, vemos que se cumple a rajatabla esa regla platónica: los jóvenes son flacos mientras que los mayores son gordos y cuanto mas importante es el mayor de cada grupo, más gordo se manifiesta. Otro tanto ocurre en la naturaleza con los elefantes, los rinocerontes, los hipopótamos, los osos, las ballenas, los toros, y un largo etcétera. Por lo tanto, la gordura no ha de ser necesariamente ni antinatural al ser del mono humano, ni la causa universal, que quieren endilgarle hoy en día, de casi todos los males físicos que padece la humanidad. De hecho, en Sevilla un trabajador recibió una mortal descarga eléctrica, la cual pudo soportar y seguir con vida ¡gracias a su gordura...!

Como cero mata cero, en la edición del 28 de Agosto de 1997, la misma revista citada por Oscar; The Economist, trae un artículo titulado: Fat Myths, en el cual y en apoyo a lo dicho se lee: “In a three-month period last year, two Brooklynites had to be cut out of their apartments and carried to hospital on stretchers designed for transporting small whales. The National Association to Advance Fat Acceptance (NAAFA) argues that it was not their combined 900kg (2,000lbs) bulk that made them ill. Obesity, according to NAAFA, is not bad for you. And, even if it was, there is nothing to be done about it, because genes dictate weight. Attempting to eat less merely slows metabolism, leaving people as chubby as ever. This is the “fatlash” movement that causes America’s slimming industry so much pain. In his book “Big Fat Lies” (Ballantine, 1996), Glenn Gaesser says that “no study yet has convincingly shown that weight is an independent cause of health problems.” Fatness does not kill people; things like hypertension, coronary heart disease and cancer do.”

Aprendí cuando estudié estadística que si en una habitación hay una temperatura de –20º y en la contigua la temperatura es de +20º la temperatura media no es 0º. Por eso, el análisis es lo más importante en las conclusiones estadísticas. Y esto viene a cuento porque puede estar pasando con las afirmaciones y conclusiones que se hacen con relación a la gordura. Normalmente existe el acuerdo médico de que la excesiva gordura es un catalizador para los males coronarios, algunos cánceres y la diabetes. Afirman que el riesgo de desarrollar diabetes aumenta progresivamente tanto en hombres como en mujeres con el exceso de peso, y están alarmados por el aumento mundial de diabetes, especialmente en países en vías de desarrollo, entre las minorías étnicas y los niños y que parece estar “principalmente relacionado con el sobrepeso y la obesidad.” Pero lo cierto es que no todo el que tiene sobrepeso termina diabético y no todo el que tiene diabetes está obeso. Algo similar afirman en relación con las anomalías cardiovasculares y el cáncer. Pues bien, si tomamos una muestra estadística representativa de la población mundial de unas 6000 personas no me equivoco si digo que solo 20% de ella posee el “peso ideal”; por lo tanto, a ojo de buen cubero, es obvia la altísima probabilidad matemática de que esas anomalías se manifiesten de manera más repetitiva entre aquellos humanos integrantes del restante 80% formado por gente muy flaca y en su mayoría por gordos, muchos gordos... El mejor ejemplo son los Estados Unidos, país que ostenta el mayor número de personas con sobrepeso, (66,7% de su población) y en donde hay aproximadamente 20,8 millones de personas con diabetes, (7% de la población). Resulta muy sospechoso que los más serios informes médicos clasifican la presencia de diabetes, cáncer y problemas coronarios por edades, sexo, y grupo étnico de sus padecientes sin incluir el factor “gordura” en ellos. La pregunta clave sería ¿Cuántos de esos 28,8 millones de diabéticos tienen peso ideal o menos? Por lo tanto, para realizar un análisis estadístico apropiado habría que calcularse la incidencia de estas enfermedades por grupos de peso y comparar sus porcentajes. Seguramente nos llevaríamos una sorpresa. De hecho, y curiosamente allí, en los Estados Unidos, el mayor grupo de riesgo en diabetes lo constituyen los de raza india primitiva, que no son precisamente los gordos. ¡Toma tu tomate!

Además, queridos míos, tradicionalmente la gordura se ha identificado con la belleza y la salud. En los tiempos prehistóricos los protoartistas realizaron las primeras esculturas de las “venus magdeleniensis” y en las cuevas, las pinturas rupestres muestran animales robustos y mujeres rollizas y hermosas, excesivamente tetonas. En el exquisito arte griego, copiado posteriormente por Roma, abundan los cuerpos “llenitos” y hasta gordos y jamás aparece ninguno flaco. Entre los pintores destaca Rubens, que pinta a sus mujeres no solo gordas sino con celulitis ya como el extremo de la perfección. El cuadro de “las tres gracias” es suficientemente explícito y el famosísimo cuadro de Boticelli, “El nacimiento de Venus” bien podrían rebautizarlo como “La gorda en su concha.” Miguel Ángel tampoco ahorró las carnes a sus esculturas y pinturas de humanos y no deja de ser muy significativa la imagen de Dios como un vetusto y robusto campesino italiano en el fresco central “la creación” de la Capilla Sixtina. ¿Y donde dejamos a los afamados pintores españoles cuando representaron a la Madre de Cristo? Las Inmaculadas de Murillo y Zurbarán son una pasarela de guapas españolas gorditas. Y recientemente, el colombiano Botero se lleva la palma imponiendo en su arte modelos gordos y hasta obesos. La obsesión de presentar como patrón de la belleza a los flacos es de muy reciente data, no mas de unos 50 años vs. Los 27 mil años de “belleza gorda” -dos mil de ellos después de Cristo-. La formula del peso ideal según la cual la razón entre tu peso y tu altura al cuadrado ha de dar un valor entre 20 y 25 es uno de esos perversos inventos de la Clínica Mayo de los Estados Unidos que no tiene nada que ver con el concepto de belleza del cual hablamos en una anterior colectiva. "La Venus de Milo", el "David" de Miguel Ángel y muchísimas otras esculturas “apolíneas” si pudieran ser convertidas en masa humana no cumplirían con esa fórmula y ¿quien se atreve a dudar de su “divina proporción”? Más aún, tradicionalmente la gordura es síntoma de simpatía y buen carácter. Cervantes en el Quijote declara que: “el ventero, hombre que, por ser muy gordo, era muy pacífico...” y en otro episodio afirma que: “Sucedía a estos dos lechos el del arriero, fabricado, como se ha dicho, de las enjalmas y todo el adorno de los dos mejores mulos que traía, aunque eran doce, lucios, gordos y famosos, porque era uno de los ricos arrieros de Arévalo...”

Pero en realidad, todo esto de la gordura es baladí. Lo que verdaderamente importa es el placer de comer, para muchos, el mayor de los placeres. La gente no es ni gorda ni flaca por deseo de serlo, principalmente la gorda. En realidad la gordura es el efecto colateral del placer que originó y origina todas las batallas, las revoluciones y los Sistemas Económicos que existieron y existirán en este planeta: Comer. El mundo seria feliz si todos pudiésemos comer y no engordar por ello, así como tampoco enflaquecer. En este escenario de las casi invencibles tentaciones que produce el gusto por la comida cicateadas, no solo por el hambre natural, sino también por la insistente campaña nutridora de la televisión, quienes están realmente favorecidos son aquellos que padecen –lamentablemente para ellos- de falta del sentido del gusto o “Ageusia” Es muy distinto tener un peso apropiado para un incontinente goloso del placer de comer que para este otro a quien el “tener que comer” es una verdadera pesadilla. Eso debe ser algo así como comer papel o paja en todas sus comidas y de allí a que se mantenga en un peso bajo y hasta flaco es una nonada de esfuerzo. Y a sí como nosotros nos condolemos de ellos, de los augesíacos, a ellos por su parte les causa extrañeza y asombro la lucha de los gordos por rebajar de peso y al mismo tiempo observar la pérdida de libertad en esa misma gente cuando delante de ellos se presenta un buen “corderito al horno”, o una estupenda tarta de queso “bien resuelta.” ¡Este mundo es una vileza cargada de injusticias!

Ya queda poco espacio y la colectiva va llegando a su final. Creo que los gordos de este mundo, los incontinentes y sufridos comelones deberíamos crear una ONG que podríamos bautizar como “gordos sin fronteras” y exigir nuestros derechos. No en vano somos una mayoría “aplastante” en este mundo: 55% de la población adulta, con sobrepeso y el 22% obesa. Por ello, ¡Queremos más espacio en los asientos de aviones! ¡Más facilidad para encontrar ropa y zapatos acorde con nuestra física realidad! ¡Mejores contratos de trabajo pues somos chicos buenos y de buen carácter y por ello menos conflictivos! Y... ¡más comida en los restaurantes de lujo!. Los Gobiernos tienen que subvencionarnos nuestras incursiones culinarias y prestar todo su apoyo cuando sea requerido pues con ello, como fervientes consumidores que somos, ¡ayudamos al crecimiento de la economía nacional y mundial! ¿Qué les parece? Y nada más. Me despido hasta la semana que viene sin antes dejar de confesarles mi sana envidia a Buda un gordito respetado y admirado mundialmente. Se aceptan comentarios, insultos y desahogos varios. Abrazos. Agur.

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TITULO: Todas hieren, la última mata

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