20 agosto 2005

DEUS VULT

DEUS VULT
(Dios lo quiere)

Queridos todos:

España llora la muerte de 17 militares muertos accidentalmente en Afganistán. Ante las contradicciones sobre los motivos que han provocado la muerte, crece la incertidumbre. El Gobierno alardea de transparencia al tiempo que rechaza la ayuda ofrecida por la OTAN para investigar las causas del accidente. Resulta ilógico no aceptarla, salvo que se quiera establecer un control sobre lo que han de saber o no los españoles. El Gobierno debería terminar de sembrar sospechas y de delatar una especie de mala conciencia por su comportamiento en los tiempos de la oposición. La gente solo quiere saber qué pasó y por qué pasó, y no ese exquisito cuidado de Bono (Ministro de Defensa) en los detalles de imagen vía satélite mas propias de CNN (o de TELESUR!) de su presencia en Afganistán, su aterrizaje en el estadium Bernabéu, o en el recibimiento a las víctimas. Me pregunto si debajo del protagonismo del ministro, del clásico segundo plano de Zapatero en momentos difíciles y del rechazo de la ayuda de la OTAN hay algo que no conviene que sepamos. ¿Se está creando una opinión populachera favorable al retiro de las tropas españolas? ¿A qué se debe la insistencia del ministro en un ataque, en lugar de un accidente, que hasta un grupo Talibán se atribuyó su autoría? De todas formas, sea cual sea la causa, también me parece un absurdo que estos leales militares por “morir accidentalmente” sean condecorados post mortem, cuando esas premiaciones están reservadas para actos heroicos de guerra. ¿Es heroico morir en un accidente? Creo que no. Estamos sacando las cosas de su sitio, si bien debo reconocer que el Gobierno ha actuado correctamente en la identificación de los cadáveres, cosa que el Gobierno de Aznar no hizo cuando ocurrió el accidente del Yacolev. Por su parte Bush ya hizo saber la importancia de la presencia del ejército español en Afganistán. A buen entendedor pocas palabras.

Como estoy de vacaciones, ayudo a Jeannette en la guardería en labores rutinarias y puntuales de mejoramiento y organización de cara al mes de septiembre que es cuando estará llena al 100% de niños. Pues bien, este jueves pasado fui a Puerta de Toledo a comprar algunos insumos para los chavales. Siempre había visto la Puerta de Toledo desde el autobús, y ese día tuve la gran oportunidad de caminar y curiosear por su entorno. Madrid siempre me deja maravillado. Han rescatado todo el lugar y el antiguo Mercado es hoy en día un bonito Centro Comercial con una gran plaza en su frente, donde se encuentran una serie de relojes solares que me llamaron mucho la atención por su diseño y claro esta por su precisión, que gracias al sol reinante, pude verificar con especial interés, las 10:24 hora solar; las 12:24 en mi reloj, hora oficial de España. La Puerta de Toledo está situada en medio de una glorieta (redoma) y rodeada por un espacio ajardinado, que impide el paso de personas o vehículos a través de ella. Su construcción se remonta a la época de la ocupación napoleónica de José Bonaparte, cuando se ordena su construcción para adecentar la entrada a Madrid por el antiguo camino real de Andalucía. Este proyecto no se ejecutó pues, tras la expulsión de José Bonaparte, las autoridades encargaron un nuevo diseño, como un arco triunfal dedicado al restaurado Fernando VII. Por ello, sobre el arco principal, se puso la inscripción: “A Fernando VII, el Deseado, padre de la Patria, restituido a sus pueblos, exterminada la usurpación francesa, el Ayuntamiento de Madrid consagra este monumento de fidelidad, de triunfo y de alegría, Año MDCCCXXVII”. Recordemos que Fernando VII fue el último Rey de Venezuela cuando aún era parte de España y no era tan deseado ni en la Península ni en América; interesante tema que ampliaré en otra oportunidad en el marco de las Cortes de Cádiz y la Constitución Española de 1812 alias “la Pepa” así como hay otra, por todos conocida, llamada “la Bicha”.

Fui después en dirección a Príncipe Pio y antes de llegar, bajé del autobús frente a Los Jardines del Campo del Moro, llamados de esa manera debido a que este lugar era usado por los árabes para acampar las tropas que sitiaban la ciudad durante la época de la Reconquista. Son los jardines que rodean el Palacio Real por el lado oeste del mismo. Su actual imagen es obra de la restauración efectuada, durante la regencia de Maria Cristina de Habsburgo adoptándose como modelo los jardines de Versalles. En él existen unas 70 especies de árboles, algunos de hasta 170 años, y dos famosas fuentes: los Tritones, traída del Palacio de Aranjuez y las Conchas, del Palacio de Boadilla que establecen el eje central de los jardines. Puedo decirles que es un sitio precioso, que junto con la visión de fondo del Palacio Real y de la fuente con la atenta y burlona mirada de los tritones, ha hecho que muchísimas parejas de recién casados le elijan como lugar preferido para tomarse las fotos de boda siempre acompañados de los llantos y euforias de los familiares y amigos… Este espectáculo es un añadido turístico que los japoneses se llevan en sus cámaras fotográficas. ¡Toda una escena propia de una película de Buñuel!

Príncipe Pio es la antigua y desaparecida Estación del Norte. De allí partí en compañía de mi compadre Hugo Faría hacia París un día de Agosto del ya lejano año 1972. Así empezamos un inolvidable periplo por la vieja Europa, con mucha ilusión y con el libro de Frommer: “Europe on five dollar a day” ¡Qué años! Hoy en día Príncipe Pio es un moderno intercambiador en donde confluyen líneas de autobuses, trenes de Cercanías y el metro. Además la antigua estación de ferrocarril ha sido transformada en un Centro Comercial de extraordinaria belleza. Allí también hice unas compritas para la Guardería y regresé de prisa pues requerían mi presencia. En mi viaje de vuelta pasé frente a los Jardines de Sabatini… pero me quedé con las ganas de verlo. En cuanto pueda lo visitaré nuevamente y les contaré mi experiencia.

Acusamos recibo del resumen del mes de julio de mi hijo Manuel. Personalmente también declaro mi ignorancia del detalle de la peculiar apertura o cierre de los botones dependiendo del sexo de la persona. ¡Nunca salimos de un asombro! Sin embargo ha de existir una razón para que el ojal se encuentre a la derecha en al caso de las prendas femeninas o a la izquierda en las masculinas. Un erudito escribió que: “El botón es utilizado desde la prehistoria pero fabricado en serie desde le siglo XII. Siempre presente en el vestuario masculino. Durante la Edad Media eran de cuerno o de cristal. Perdieron su rigor útil y ganaron en estética cuando la alta costura lo feminizó y a partir de 1930 las resinas sintéticas fueron las culpables de poder fabricar botones de cualquier forma y color…” De donde deduzco que esa costumbre de usar botones nace a partir de 1930 es decir de cuando nuestras abuelas... sin embargo, la blusa genera confusión, pues ésta, según dicen los entendidos: “En el siglo XV a. de C. las mujeres utilizaban blusas ceñidas con un cinturón. Durante varios siglos fue la prenda de las campesinas, y en este siglo se relevó por otra más ligera para acompañar a los primeros trajes femeninos. Vaya, vaya, parece que la cosa se nos va muy atrás: ¡siglo XV antes de Cristo! ¿Tenían las blusas botones? ¿Se abrían o cerraban como se hace actualmente? Pero los entendidos no dicen el por qué del sentido inverso –o verso- de la forma de cerrar los botones en prendas femeninas. Desde luego este descubrimiento de Kacike (Oscar) nos ha hecho ver la importante relación entre el botón y las mujeres, y como extremo, narra el pseudónimo Oriat en su cuento (www.letrasperdidas.galeon.com/n_oriat.htm) que:

“Rosalía Franzara se retiró sin traumas a su pueblo albino y escarpado. Y allá fundó un burdel clandestino en el que ella era madame y puta al mismo tiempo, y la parroquia masculina la bautizó como La Soprano, la diva incombustible de todas las épocas, cuyas corcheas suculentas no hallarían nunca una jornada sin adeptos o feligreses encelados. A la hora más anaranjada del crepúsculo, cuando los grillos afinaban los violines del deseo, el enjambre varonil zumbaba fraternalmente en el barucho próximo al laborado hogar de la artista, mientras las esposas seguían domesticándose en casa. A todos aquellos hombres de obesidades peludas, Rosalía los trabajaba sin ánimo de lucro formal; el precio real de su mercancía carnal se pagaba en divisas que no eran monedas en curso, sino piezas de botones que los clientes labriegos llevaban bien cosidas a hilo y dedal en sus camisas almidonadas o en sus pantalones de pana gastada. Rosalía cobraba por adelantado y convertía la confiscación de un botón en un incitante preliminar al amor. Los hombres se acostumbraron a traer correas para evitar perder los pantalones al salir de su aventura carnal, y después iban congregándose en el bar para celebrar con cerveza el alivio de sus orgasmos y las novedades de sus incursiones libidinosas. La creciente bonanza en el ánimo de los hombres otorgó al pueblo gran popularidad en la comarca, y la mínima excusa bastaba para montar ferias, verbenas y tenderetes de todo tipo. Con el transcurso de los años prostíbulos en la isla de su propia fantasía, Rosalía alcanzó a coleccionar botones por cantidades miles y formas cientas: de plásticos coloreados, de metales vetustos, de fangos de acequias y de telas caseras, provistos de enganches o bien con agujeros pares o impares. En alguna ocasión, también hubieron nobles pretendientes de paso que dejaron en pago botonaduras con agujeros incontables, y gemelos hechos de nácar de almejas cuanto menos abisales, y más botones tallados en huesos pálidos de camellos seguro que indómitos, y otros abroches de madera caoba perfectamente milenaria. Todos estos trofeos, los vulgares y los elegantes por igual, iban llenando un enorme baúl de roble, acolchado por dentro con satén rojizo y forrado por fuera con seda magenta grabada en cenefas de oro. Era como un sagrario particulado al que Rosalía dedicaba su religión, chirriar los botones entre sus puños apretados en alto y dejarlos caer en una lluvia castañeante cuyo golpeteo repicaba dentro del baúl, como si fueran batallones de dientes con frío...”

Suficiente, suficiente, como diría el Profesor Calcaño. Que nos vamos con la misma interrogante sobre los botones. Damas que leéis esta Colectiva, mucho agradeceríamos nosotros, los ignorantes de tan profundo misterio, vuestro comentario e ilustración a esa gran interrogante. Y termino no sin antes informar que esta semana tuvimos la grata visita de Gonzalo Prato y Blanca Muchacho. Ellos han venido a Madrid por el nacimiento del segundo hijo de Anabella. Blanca estuvo en España el año pasado, pero Gonzalo hacía muchos años que no la visitaba y por ello comentaba la cantidad de cosas totalmente nuevas para él. Comparaba desde su experiencia el desarrollo de España y el retroceso –no estancamiento- de la Venezuela bolivariana. Debido a los calores del verano madrileño, en lugar de un almuerzo tuvimos una grata cena en la terraza. Esperamos verles nuevamente por aquí. Y nada más… hasta la próxima semana aquí me quedo, cavilando sobre el asunto de los botones…. Ciao

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TITULO: Dios lo quiere

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