04 diciembre 2005

TE IGITUR

Queridos todos:

En la última prometí contar alguna de las historias que diríamos los tres mendigos en la TV todas interesantes y sacadas de nuestra experiencia. Estoy seguro que en caso de verme durmiendo en la calle o en un Albergue de Madrid me llevaría a mis experiencias en El Salvador. Allí, en el antiguo Cuzcatlán vivía entre mis compañeros de la ínclita Compañía de Jesús. Esos mismos que el 16 de noviembre de 1989 fueron masacrados por fuerzas gubernamentales. Hablo pues, de Ignacio Ellacuría y sus compañeros. Yo estudiaba Filosofía en la Universidad José Simeón Cañas y semanalmente íbamos en grupos de dos a dar clases de alfabetización. Mi compañero, Napoleón Alvarado, nicaragüense, era un apasionado lector de Unamuno y en sus venas corría sangre sedienta de justicia por la indignación que nos causaba la impresionante miseria que tanto abundaba y abunda a lo largo y ancho de América Latina. Esa espantosa realidad se concretaba, en esa oportunidad, en las cercanías de un pequeño poblado llamado Aguilares. Mientras enseñábamos a los campesinos hablábamos de todo y “entre col y col una lechuga”: cooperativismo, unión de trabajo, organización para negociar precios etc. Desde el punto de vista de unos, era marxismo. Pero desde otro punto de vista no era otra cosa que enseñarles la fuerza de unirse y organizarse para producir más barato y mejorar sus posibilidades de venta y distribución. Enseñarles pues, la competencia exigida por el sistema Capitalista. Nuestras clases eran esperadas por ellos como agua del cielo y lógicamente, causábamos incomodidad a la clase gobernante pues miraban las acciones de la Compañía de Jesús como “preocupantemente izquierdizantes” Esa incomodidad llegó a manifestarse incluso con la presencia del ejército, que mientras impartíamos clases nos apuntaban con sus ametralladoras... Los campesinos compartían con nosotros su comida. Creo que lo que come una persona en un país desarrollado en un día es la comida de una semana para esta gente. Como es natural regresábamos a San Salvador con verdadero cansancio y con hambre atrasada. Yo recuerdo que una vez, me quise dar el antojo de comer completo y entonces fui a un establecimiento, tipo mercado CADA de Venezuela (CAPRABO en España) y pedí en la cafetería (Fuente de Soda) una generosa ración de pollo asado acompañado de mazorca de maíz. Mientras comía se acercó un niño, tipo indito que esta por allí con su perrito. Se acerca a mi mesa y me dice: -Ay Sr. Gringo, ¿me regala cuando termine los huesesitos? Cuando termino de comer se los doy en la esperanza que los quiere para su perrito... pero comenzó, en presencia mía, a comérselos. ¡qué bofetada moral tan inmensa recibí! Y esto lo estoy escribiendo 33 años después... cuando recién regreso de MAKRO en donde la inmensísima diversidad y variedad de comida realmente raya en delito o dicho en términos religiosos; en pecado. La tarde que fui a despedirme de mis alumnos campesinos fue muy emotiva pero nunca imaginé el extremo de ver como uno de los soldados se acercó a mi y me dio un abrazo de agradecimiento al tiempo que me dijo que él cumplía órdenes. ¿qué me agradecía? ¿que me iba? ¿lo que hacía por aquella su gente? Sabe Dios... Estas experiencias las he tenido muy vivas en mi memoria y aquella tarde, al enterarme en el ya lejano 1989, de la masacre de mis compañeros tuve muchos sentimientos encontrados: por una parte debía estar muerto, por la otra valoraba estar vivo... Me fui a la barra de un bar restaurante y Alain (uno de los dueños) al verme preocupado me preguntó que me pasaba. Le conté mi historia. Alain no dijo palabra, se limitó a servirme un whisky doble por la casa y me dejó solo... Más recientemente, trabajando en Citibank, me apunté en el programa de Junior Achievement que me permitió dar clases, en un Colegio de Fe y Alegría situado en un barrio de La Vega; algo similar a lo que hacíamos en El Salvador: enseñar a los niños a formar y dirigir su propia empresa. En ese barrio rodeado de chabolas (ranchos) antes de iniciar la clase les regalaba chocolate a los chiquillos. Así me aseguraba que ninguno se desmayaba de hambre cuando le daba la clase... ¡Viva Venezuela petrolera!

Aparte de esta, en el programa en Telemadrid contaría, ¿por qué no? a nuestros televidentes mi experiencia en Citibank. Empezaría asi: “Infelices televidentes, en aquellos años Citibank estaba dividido en 5 ramas: Institutional, Investment, Insurance, Individual y International. Eran las famosas 5 ies. Ingresé en Citi en la recién designada rama de Individual en Venezuela. Eran los años de “la deuda Latinoamericana” En Venezuela habían dos presidentes para el Citi: Tom Charter (Institutional) y Salvador López de Azúa (Individual). Desde el primer día tuve dos intrigas trabajando allí: 1 ¿Quién era mi jefe? Y 2 ¿Cuanto tiempo duraría mi empleo? Como Vicepresidente de la Sucursal de Valencia entré con un reto: había que incrementar la producción, es decir, captar dinero y reducir costos; lo cual implicaba entre otras cosas, echar gente a la calle. Tuve la alegría de que en mi cargo no sustituía a ninguno de los veteranos jubilados 'forzosamente', drama que vi y viví en muchas ocasiones. Simplemente estaba vacío (TBA) pues el anterior había renunciado por no haber podido lidiar con el aquelarre de mujeres que trabajaban allí. Mi trago más amargo fue el salir de personal que no pude salvar debido a su mentalidad anquilosada y poco proclive al cambio. En Citi, la mejor escuela bancaria del mundo, teníamos un libro que se llama el A&P (Accounting $ Proceedures) era la Biblia del Banco y a ella nos obligábamos con terror de burlarla. Esos empleados siempre apelaban a ese libro, pero no veían los cambios de estrategia y de mercadeo. ¡qué lástima ver a personas con mas de 20 años en una Institución en la cual son prácticamente zombis, que fueron así formados ¿tarados? por la misma institución que ahora les echaba a la calle sin conmiseración alguna. Estoy consciente que en su momento hice lo que se me ordenó y además lo hice con convencimiento y con la tranquilidad de conciencia de haber luchado por retenerles, pero, believe it or not, ellos fueron también causantes, en gran medida, de su despido. Mas de uno, sino todos me mirarían con desprecio como “ese engreído paracaidista y español del coño” (en Venezuela nunca ven como venezolanos los que han nacido fuera), que entra en la Institución con una guillotina bajo el brazo. Claro, había que generar ganancias y lograr que la gente estuviese 'entusiasmada' con su trabajo (los que quedaron y los nuevos contratados). Sin entrar en detalles, y con humildad puedo contar que logré en dos años ubicar a la sucursal de Valencia como la de mayor crecimiento de toda Latinoamérica. Recuerdo que en esa oportunidad viví un atraco, perpetrado por grupos de izquierda para recaudar fondos para la campaña electoral así como la amenaza de una bomba anunciada y hábilmente desactivada por la DISIP, durante la guerra del golfo. ¡Qué gracia, ese día me llamó, además de toda la prensa y los presidentes de las Multinacionales, la mismísima Embajada de los Estados Unidos! A pesar del éxito, cada año me sentía en la calle pues pensaba que no podía superar los objetivos asignados amen del deber de lograr alcanzar la condición de 'pan de piquito' que agrada a todo 'quisqui'. Me ascienden y debo irme a Caracas para encargarme de todas la sucursales del Citi. Mis antiguos 'peers' pasaban de esa forma a ser mis subordinados. Su cumplía de esa forma la frase de “voy a tratarte bien porque a lo mejor mañana eres mi jefe” tan vigente en la Institución. Pero todo llega... el triunfo se transforma en handicap y cada dos años tenía que venderme de nuevo ante el rutinario cambio de jefes. Veía cómo muchos compañeros eran nuevamente “guisados” (Hacerle la cama) y a la calle. En eso Citi era exquisito: te enviamos como international staff a New York por tres años y al cabo de los mismos, pues resulta que ya no tenemos cargo para ti... y ala! Que ahí abajo esta Lexington Avenue esperándote... Por eso decidí marcharme por mi cuenta, dejando de percibir una buena cantidad de dinero por haber sido yo quien tomó la decisión. Por cierto, de mis compañeros no queda ninguno en CITI... Moraleja: “Nunca pongas tu futuro en una Corporación.”

Después de publicidad, entraría Oscar con la continuación de su peripecia en Francia qie sigue así: “Fracasado nuestro intento de salir de Francia como palikarakis reanudamos el lunes nuestra vida de trabajo en Aciéries de Longway mientras considerábamos cuáles podrían ser nuestros próximos pasos. La primera y más inmediata tarea fue recuperar nuestros pasaportes en la Prefecture de Police. Allí acudimos con la angustia que supone caer en manos de la policía y no saber qué nos podría ocurrir. Y ocurrió lo más inesperado, que muy amablemente nos hicieron las preguntas de rigor sobre nuestra identidad, nuestra situación laboral y nuestros planes. Contestamos con toda sinceridad y nos asombraron al entregarnos sin más nuestros documentos y desearnos mejor suerte la próxima vez. Salir así airosos de la angustiosa duda con la que entramos nos dio ánimo para seguir en nuestro empeño. En una de aquellas calurosas tardes de verano nos salimos al tejado por el ventanuco de la buhardilla, como gatos en expedición de caza, y estuvimos divagando sobre nuestras posibilidades de llegar a Venezuela porque ése era nuestro destino final que nunca dudamos de poder realizarlo. Un domingo, cuando estábamos sentados en un banco del Jardin Public contemplando los cisnes del estanque, se sentó a nuestro lado un señor de perilla y con bastón quien al oír nuestra cháchara en español nos preguntó sobre nuestras vidas. Le informamos cuál era nuestra situación y nuestros planes y él, que indudablemente observó de inmediato que teníamos un nivel cultural e intelectual superior al del ressortissant espagnol corriente, nos preguntó sobre nuestra preparación técnica y capacidad de desempeño. Seguramente te acuerdas de él, el Sr. Malauzat, quien era terrateniente, tenía dos hijos jóvenes que deseaban emigrar a América y nos preguntó si podíamos darles clases de español. Fue un encuentro providencial porque además de las consiguientes y remuneradas clases de español, también nos indicó la dirección de Etablissements Quercy et Compagnie, donde buscaban un auxiliar técnico. Allí preguntaríamos por monsieur Louis Lloret quien era el encargado de la contabilidad de la empresa. La entrevista fue muy satisfactoria y empecé a trabajar con ellos de inmediato. Por tu parte enganchaste en calidad de técnico en Chantiers de la Gironde, con lo cual nuestra situación económica mejoró radicalmente y se nos abrió la posibilidad no lejana de poder adquirir los pasajes en barco para llegar a Venezuela. Te acordarás que desde entonces tenías que ir todas las mañanas al muelle para embarcar en la lancha que te llevaba al otro lado del Garona, donde estaba la empresa, y que durante las travesías diarias hiciste amistad con una señora a quien le cayó el apodo de “la madama de la canoa”. En el aspecto monetario mejoramos tanto que además de incrementar sustancialmente los ahorros destinados a los pasajes, nos permitió adquirir un aparato de radio, una cámara fotográfica, mejorar sensiblemente nuestra alimentación y llevar una vida menos ajetreada y más decente...” (Continuará)

Hoy son las elecciones para la Asamblea Nacional y otras tribus más. Ya sabemos el resultado final por ello espero que no hayan perdido el tiempo yendo a votar. Y nada más, esta colectiva debe salir hoy, si las compras navideñas lo permiten... Agur. Ah! Se me olvidaba: ¡que ya el limbo no existe...! ahora que nos digan en donde están todos los limberos. Veremos con el tiempo que todo quedará en nada de nada... y se volverá discutir: “Ex nihilo nihil fit...” Ahora si, y de “verdaíta” Agur.
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TITULO: A ti pues...

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