03 septiembre 2005

E PLURIBUS UNUM

Queridos todos:

España, su paisaje y su paisanaje han sido tema de discusión y estudio para muchos y buenos autores. La mayoría de ellos poniendo el acento en la variedad y diversidad que existe en la península Ibérica. Yo he querido concentrarme en buscar cuales son los elementos comunes y más integradores de los habitantes de este pedazo de tierra del extremo europeo, del borde del Atlántico y balcón del Continente africano. Siempre hemos escuchado que en la América latina tenemos como elementos comunes y de integración entre sus naciones y sus nacionales al idioma, la religión y la historia, es decir, el común pasado con el Imperio Español. Gentes que provienen de un violento cóctel de indios, negros y blancos con un importante sesgo semita y teutón que se proyectan y sienten a sí mismos y de manera gratuita, como hijos ilegítimos del blanco, que no se aceptan como indios y que definitivamente “negrean” (segregan) a los negros. Un resultado que, por su parte, José Vasconcelos dio por llamar “la raza cósmica” y que le hizo exclamar con orgullo:

“Tenemos, pues, en el continente todos los elementos de la nueva humanidad; una ley que irá seleccionando actores para la creación de tipos predominantes, ley que operará no conforme a criterio nacional, como tendría que hacerlo una sola raza conquistadora, sino con criterio de universalidad y belleza; y tenemos también el territorio y los recursos naturales. Ningún pueblo de Europa podría reemplazar al iberoamericano en esta misión, por bien dotado que esté, pues todos tienen su cultura ya hecha y una tradición que para obras semejantes constituye un peso. No podría substituirnos una raza conquistadora, porque fatalmente impondría sus propios rasgos, aunque sólo sea por la necesidad de ejercer la violencia para mantener su conquista. No pueden llenar esta misión universal tampoco los pueblos del Asia, que están exhaustos o, por lo menos, faltos del arrojo necesario a las empresas nuevas. La gente que está formando la América hispánica, un poco desbaratada, pero libre de espíritu y con el anhelo en tensión a causa de las grandes regiones inexploradas, puede todavía repetir las proezas de los conquistadores castellanos y portugueses. La raza hispánica en general tiene todavía por delante esta misión de descubrir nuevas zonas en el espíritu, ahora que todas las tierras están explotadas.”

Si bien fue España la que aportó a las nuevas tierras el idioma, la religión y la historia; en ella, esos elementos lejos de aglutinar contribuyen a la desunión y discordia: más del 50% de los habitantes sienten el Castellano como lengua impuesta sobre la propia, sea esta el bable, el galego, el catalán, el eusquera, el valenciá, el aragonés y hasta el radraga… Algo similar ocurre con la religión. Parece que España es Católica, sin embargo, es una de las naciones con más alto índice de ateos en Europa, pero eso sí, ateos que hasta procesionan en Semana Santa… son, como decía Buñuel de si mismo, “ateos por la gracia de Dios…” y como en Wall Street se pujan cantidades exorbitantes de dinero no para comprar o vender acciones de las petroleras sino para tener el derecho a estar debajo de uno de los “pasos” de Semana Santa como “costalero” Por último la historia. En el resto del mundo suele ser una cronología de acontecimientos que pasaron y que explican su realidad actual. En España la historia parece ser la narración de lo que no debió ocurrir, pues cada región pretende tener la suya propia, totalmente desligada de la castellana. Esta realidad disgregadora la narra magistralmente Ortega cuando dice que: “De 1580 hasta el día de hoy cuanto en España acontece es decadencia y desintegración... España se va deshaciendo, deshaciendo, deshaciendo. Hoy ya es, más bien que un pueblo, la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado galopando un gran pueblo… la perdurable modorra de idiotez y egoísmo que ha sido durante tres siglos nuestra historia.”

No nos debe, pues, extrañar que cuando a un español le preguntan en el extranjero por su gentilicio, su respuesta, llena de crisis, comienza por un “Bueno…, yo en realidad nací en un pueblecito de Castilla pero…” El interlocutor, atónito ante esa grandiosa gilipollez de respuesta, le hecha una mano y le ayuda diciéndole: ¡si, si; Tu eres gallego! Y es que en América latina han dado un paso más y sin tanto mareo histórico-religioso-idiomático nos han integrado no ya como españoles sino como gallegos… Aunque hayas nacido en Azkoitia, tengas 18 apellidos vascos y muestres en tu pecho tatuada la imagen de Sabino Arana. Esa duda, ese temor, ese terror a contestar simple y tranquilamente a esa pregunta con un “soy español” ya es la certeza, de ser un hijo de Hispania. Dudo de donde soy, ergo soy español podríamos decir parodiando al “filósofo de estufa” como le llamó Unamuno.

Aun así, España existe y los españoles también. El humorista Perich, en una de las ediciones del desaparecido e irritante diario La codorniz, en plena época de la “España: Una Grande y Libre” y del leer “entrelíneas” caricaturizó a un hombrecillo que decía: “Lo de España es una, es algo que el resto del mundo no nos ha sabido agradecer…” La gracia del chiste no disminuye la realidad sino que la aumenta. Hay que ser puñeteramente miope para no ver la inmensa obra de España que en cada siglo ha añadido algo perdurable, algo imperecedero, incluso a nivel mundial… Muchas veces no bien visto o entendido por todos pero sensible. Y quienes están más ajenos a todo ello son los mismos españoles. Da vergüenza cuando en los programas de concurso de la TV preguntan algo tan elemental como ¿quien era Cristóbal Colón? O los Reyes Católicos o Simón Bolívar, o las capitales de algunos países latinoamericanos y que sea la ignorancia la ganadora.

Pero no nos desviemos. Comencé diciendo que he querido concentrarme en buscar cuales son los elementos comunes y más integradores de los habitantes de este pedazo de tierra y llego a la conclusión que destacan los siguientes:

1- El fútbol. La pasión por este deporte, la defensa a ultranza de sus equipos locales, las quinielas y todo lo relacionado con los clubes. Los niños que, como regalo de nacimiento, son inscritos en el Barça o en el Real Madrid o en el Atletic. Este fenómeno del fútbol es 100% nacional con la misma pasión desenfrenada y algunas veces fatal. En todos los rincones de España hay un equipo, alguna peña o el pariente de alguna estrella del deporte nacional. Divorcios, uniones, ruinas, asesinatos… de todo a producido el fútbol en España… menos el orgullo de haber ganado en las competencias mundiales, donde el papel de la selección española es siempre la de haber perdido antes de llegar a los cuartos de final. No importa, mañana por la mañana, como un día cualquiera, las conversaciones de toda España serán, en más de un 80%, sobre fútbol.

2- Los Toros. La llaman la fiesta nacional y como el fútbol, no hay lugar en donde al menos no se lleve a cabo una novillada o algún intento con vaquillas. El torero es una especie de superyó en el inconsciente colectivo de España; es el ídolo y el ejemplo a seguir. Es el prototipo del macho ibérico capaz de vencer a la bestia, vestido femeninamente de luces en una apoteosis de sangre, arena y riesgo. En los 4 puntos cardinales, en los San Fermines, en Málaga, en Tomelloso o en Madrid, los toros son españoles, de casta andaluza, manchega, aragonesa, vascongada. Todos son toros de lidia que van a morir a cualquier coso taurino de cualquier rincón de España.

3- La lotería. Fue instituida en 1.763, por el Ministro de Hacienda de Carlos III, Marqués de Esquilache y es la que se conoce con el nombre de "Lotería Primitiva". La actual Lotería Nacional nació en España durante la Guerra de la Independencia como un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes. Todos los días además de lotería, bingos, cartas, quinielas, máquinas tragaperras, etc., etc. absorben una buena parte del dinero de los españoles sean de donde sean. Se calcula que al año, en promedio, cada español gasta cerca de 400 euros en juegos de azar.

4- La Paella. Nos cuenta el periodista J.A. Jáuregui que: “En la Casa de España de Los Ángeles, entre 1980 y 1987, hice un trabajo de campo entre vascos, gallegos y catalanes que acudían a esta casa llamada «de España» a anunciar, denunciar y enunciar su no españolidad. Un vasco de San Sebastián, influido y envenenado por las doctrinas de Sabino Arana, nos daba siempre la paliza intentando convencerse de que él de español no tenía nada de nada. Se preciaba de cocinar unas paellas que le salían riquísimas, sin enterarse -aunque esto no pasaba desapercibido a su ordenador cerebral- de que, al cocinar un plato tan español como la paella y al compartirlo con castellanos, navarros, valencianos, gallegos, catalanes y los restantes españoles, estaba mostrando y demostrando su DNI español, el cultural y, también, biológico o biosocial. Una vez que el cerebro se ha programado con paellas, con chipirones en su tinta y con churros con chocolate, ya no hay forma humana de desespañolizar el cerebro. La adicción a la cocina española se ha grabado en el cerebro, como el idioma español, y ya no se puede borrar. No solamente el cerebro es una máquina biológica: los programas registrados desde la infancia en un proceso gradual quedan grabados para toda la vida.” Y

5- La Tortilla de patatas (papas) Creo que es el elemento más unificador, junto con la paella. Se hace en todas las casas de todos los pueblos de toda España y con pocas variantes. Además es única en este país, en ningún otro se hace. La propongo como emblema en el escudo nacional.

Aquí termino pues de inmediato salgo a comerme un pinchito de tortilla. Un fuerte abrazo para todos. Hasta la próxima semana.

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TITULO: De muchos uno

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