Queridos todos:
Ayer subía por el Paseo de la Habana rumbo a mi oficina y observé una situación muy curiosa: un inmigrante negro africano miraba a lo lejos a una señora acompañada de una amiga que iba murmurando por la calle. Esto puede parecer trivial, sin embargo no lo es. La mujer, que cruzaba la calle, comentaba a su amiga lo mal que se sentía en el trabajo. Sin embargo, el nigeriano, o camerunés, estoy seguro que envidiaba poder mantener una conversación similar. Y así es todo en esta vida: una mera relatividad desde miles, o mejor, millones de puntos de vista, o mejor aun, de vida. Ese inmigrante tenia que trapichear en lo ilegal para ganarse el sustento diario, y su sueño era llegar a tener una conversación como la de la castiza. Pero no queda ahí la cosa. En Nigeria o Camerún, ese personaje es motivo de envidia y de imitación. El tuvo el coraje de salir de su país; la suerte de sobrevivir a su inenarrable viaje en patera hasta las costas españolas, y además instalarse como comerciante furtivo y esquivo en el mismísimo Paseo de la Habana. Algunos de sus familiares le verán en alguna esporádica foto, vestido con traje occidental, de muy llamativos colores y con zapatos deportivos… en el parque del Retiro y comentaran la suerte que tuvo al tiempo que muchos de ellos se verán tentados a imitarle. Su amigo en un parque tan cuidado y ellos casi en plena selva, su amigo en una gran ciudad, con metro, autobuses, con calles y aceras espaciosas, con televisión y muy importante, con agua, si con agua de las mejores del mundo. Ellos allí en una choza, sin zapatos, sin ropa occidental de colorines, ni jardines, ni calzadas, ni televisión ni nada y solo con la obligación de cazar diariamente o morir, ya sea de hambre, o de persecución.
Mientras esto ocurre, un director de Marketing de una Multinacional instalado en su despacho, pidió a su secretaria 10 minutos de tregua: no llamadas, no interrupciones. El alto ejecutivo trata de calmarse después de una intensa reunión generadora de muchas presiones. Últimamente sufre el denominado “mobbing laboral”. Le encantaría mandar todo a la mierda pero sabe que tiene el “chantaje familiar”: Una esposa, varios hijos y muchas deudas… Esta decidido a cambiar de trabajo. Ya ha aplicado a varios otras multinacionales, pero ahora, después de esa despiadada reunión de budget se toma 10 minutos de aislamiento para serenarse, para pensar, para recordar. En esos minutos, coge el último número de National Geographic y encuentra una narración con fotos espectaculares sobre unos poblados en Camerún. En esas fotos aparecen los amigos y familiares de nuestro vendedor del Paseo de la Habana, casi desnudos, desaliñados, en sus chozas, en situación semi salvaje, con imágenes de niños y perritos deambulantes por aquellos predios de Mbororos, que así se llama el poblado. Nuestro ejecutivo se imagina en aquel país, con aquella gente, sin reuniones de Marketing, sin el detestable jefe, sin colegios para los niños, sin las presiones de la moda, ni del status, sin cuentas bancarias, y todo ello le hace envidiar a los cameruneses… y sigue leyendo en la revista NG: “Su población continúa manteniendo su forma de vida tradicional, como pastores trashumantes de grandes rebaños de vacas que, durante siglos se han movido en busca de pastos, por el este de Nigeria y oeste de Camerún. Esta forma de vida, tras la independencia de los países en los que desarrollaban su actividad, entró en contradicción con las administraciones de los nuevos Estados, y en la actualidad, especialmente en Camerún, son, junto con las sociedades de pueblos pigmeos, una de las comunidades marginalizadas del país. Su vida nómada conllevaba hasta tiempos recientes, su inexistencia como ciudadanos, al carecer de partidas de nacimiento, documentos de identidad, etc. lo que les privaba de sus derechos civiles. En los últimos tiempos están pasando por cambios importantes como son sus aspiraciones al acceso de tierras de cultivos, sus exigencias para que sus hijos tengan derecho a la enseñanza pública, etc”
La madre de “Ignoto”, palabra con cadencia africana que utilizaremos, por razones de comodidad gramatical, como el nombre de nuestro negrito del Paseo de la Habana, recibió una carta de su hija, mejor dicho, un párrafo, cuasi un e-mail que tardó 67 días en llegar a su poblado en el corazón de Camerún. No la envió por correo ordinario, que de haberlo hecho no le habría llegado nunca, sino por esa tradicional, ineficiente pero segura vía paralela de lleva y trae documentos de las redes de inmigrantes. La hermana de Ignoto trabaja como prostituta en un puticlub de Murcia. Su madre está muy contenta por ello, e incluso negoció con la mafia de turno, el trabajo de su hija en España. En la carta, su hija le contaba que pronto iría a visitarla y que pronto también tendrían una casa grande y bonita en Yaundé, la capital, “igual que la de Nalina”. La madre de Ignoto envidiaba la suerte de la madre de Nalina, pues su hija había sido muy consciente y responsable al proporcionarles una casa buena producto de su “trabajo”: El refocileo castizo termina por convertirse en ladrillos en las lejanas tierras de Camerún. Ahora estaba orgullosa de su hija y se pavoneaba entre sus vecinas, como una mujer occidental lo hace con un Audi último modelo. Ahora sus vecinas quisieran que sus hijas también se vayan a “trabajar” a España. Por su parte, Nalina y Salima, ésta última la hermana de Ignoto, envidian a su vez, la suerte de la hija del proxeneta, estudiante de Derecho en la Complutense de Madrid.
Mónica, la hija del proxeneta, es compañera de estudios de María del Mar, quien es hija de la Mujer que cruzaba la calle y comentaba a su amiga lo mal que se sentía en el trabajo. MaryMar está algo mosqueada sobre el origen del dinero de la familia de Mónica. Sin embargo a MaryMar le gusta su amistad y en el fondo mas que amistad hay envidia de sus trajes, sus viajes, en una palabra, su estándar de vida. Envidia esa calidad de vida, y MaryMar no descansa en darle caña a su madre pidiéndola continuamente unas prestaciones gravosas a su economía para poder equipararse con Mónica. “Hija, de ¿qué viven los padres de Mónica?” preguntaba la madre. “No lo se bien, creo que tienen un hotel turístico por Murcia de lo más güay” contestó MaryMar… Y su madre, en ese momento, deseó tener un hotel igual para así llegar un buen día a la oficina, ponerse encima de su escritorio, abrir una botella de cava y gritar ante la cara de asombro de sus compañeros y jefe: “¡venid chicos, brindemos por mi último día de trabajo en este cutre sitio! ¡Ahí os quedáis con ese cornudo gilipollas! ¡Tenedle piedad pues ¿qué puedes esperar de un hijo de puta de su calaña? y cuando os hartéis venid a desahogaros y descansar a mi hotel en Murcia!”
El proxeneta, inicialmente, quiso abrir una escuela de informática e inglés. Alquiló un local amplio y comenzó a luchar con su Ayuntamiento tratando de lograr los permisos y aprobaciones para poder instalarla. Fue una verdadera guerra de nervios, de continuos cambios, de numerosas visitas y hasta de alguna que otra untadita a alguien “con mano” dentro del Ayuntamiento. Con el tiempo se dio cuenta que era más fácil y más jugoso abrir un burdel en lugar de una escuela. Como siempre ocurre, los incólumes burócratas le solían mirar con desprecio, y por supuesto con cochina envidia. ¿Qué les importa? total: “Este tío ahora se pone de cine explotando a la gente” Nunca piensan que los empresarios generan riqueza con su inversión, generan trabajo a sus empleados y generan impuestos de los cuales viven ellos como sanguijuelas. De hecho el último informe sobre el empleo público en España, declara que en este país hay una eficiencia del 25% en los señores funcionarios, es decir, el 75% de los empleados de la Administración Pública sobran. Además les ves que van a su aire, algunos vestidos de monigote entrando a las 9 y regresando del “chollo” a casita a más tardar a las 3 de la tarde…
Por su parte José Antonio, nuestro ejecutivo de Marketing, llegó a su casa en su esplendoroso Lexus. Éste coche fue la causa de envidia de su jefe Luis y como tal, el vivero del mobbing hacia el subordinado. En España es peligroso que vivas mejor que tu jefe. Es un delito si tu jefe tiene un coche o una casa de menor valía que la tuya, o que su esposa parezca una de esas que abundan (o abundaban) por Tomelloso mientras que la tuya es culta y guapa. “Luis, hay que ver lo pedante que es la mujer de tu empleado… y él desde luego parece un tonto. ¿Así como vas a cumplir tus objetivos en la oficina guapito…?” “Oye, ¡qué cochazo! Y tu con esa birria… ¡vamos lo que hay que ver!” Fue el comentario de la esposa de Luis.
Estaba solo en casa. Su mujer estaba en su trabajo en una oficina de diseño sita en la Plaza de Cuzco. Decide bajar la tensión del día. Toma un vaso con hielos y procede a prepararse un whisky. En su cabeza hay demasiadas cosas, demasiadas presiones y demasiados deseos de ser otro y estar en otra parte. Enciende la Televisión y escucha el telediario: La «liberación exprés» del portavoz de la ilegalizada Batasuna Arnaldo Otegui una vez abonados los 400.000 euros impuestos por el magistrado, tras haber permanecido en prisión cuarenta horas, ha provocado ya sentimientos de agravio en otros reclusos menos conocidos de ETA y en sus familiares, que se enfrentan a mayores dificultades para pagar fianzas sensiblemente más bajas, según se ha detectado en medios de la lucha antiterrorista. En este sentido, remarcan que la irritación se sumará al creciente descontento detectado en el colectivo de presos etarras, que se ven abandonados a su suerte por la dirección de la banda. Así, subrayan que hace unos meses se les redujo significativamente la partida mensual que reciben del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). Después de escuchar esta noticia José Antonio pensó: Los presos de ETA envidian a Otegui… y yo envidio a esos cameruneses… Y el maldito Otegui ¿a quien envidia? Soltó una catártica carcajada.
Cojo el Diccionario Sociológico de Julio Almeida y leo: "Hay acuerdo entre los autores más diversos en que la envidia florece con más frecuencia y vigor en el alma española. Según el Diccionario Académico, la envidia es tristeza o pesar del bien ajeno; en segunda acepción, ya positiva, emulación, deseo de algo que no se posee. Desde Ibn Hazm, hispanoárabe de Córdoba, suele admitirse que los españoles sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país. Según otros autores, no es que haya más envidia en España, es que la española es de mejor calidad.” ¡Ahí queda eso! Un fuerte abrazo para todos y hasta la próxima semana.
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TITULO: La ceniza iguala a todos. Séneca
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