26 marzo 2005

AD MAIOREM DEI GLORIAM…

Queridos todos:

Ya estamos en Semana Santa. Cada pueblo y ciudad de España se engalana mostrando entre olores de incienso y azahares, sus mas bellas imágenes religiosas en cuidadas y severas procesiones organizadas por Cofradías, algunas de ellas centenarias, (http://sevilla.abc.es/semanasanta/) y que significan un inmenso impacto social, emocional y económico. Cada cofradía, aparte de su historia es una complicada estructura de poder e influencias. Con aportes económicos que van no solo a cubrir los costosísimos arreglos de la imagen procesionada sino a obras de interés público en la Iglesia sede y en la calle, o ciudad donde reside. El camino que va desde costalero hasta Hermano Mayor es largo y penitente y desde luego es una manifestación religiosa digna de un buen estudio sociológico y psicológico. Digo esto porque no acabo de entender cómo España siendo hoy día un lugar para misionar a juzgar por las poquísimas vocaciones y las grandes ausencias de fieles en las Iglesias, durante estos días de Semana Santa, logra reunir tan importante cantidad de gentes. Ejemplos muy significativos son el paso de la Macarena de Sevilla, El Jesús del Gran Poder, El Cachorro y el Cristo de Medinaceli que ayer aglutinó en Madrid a cerca de 1 millón de fieles… Como espectáculo es impactante: Los uniformados penitentes, las marchas, los piropos a la virgen que rozan lo crudo como aquel de “bendita sea la madre que te parió” los cirios encendidos, el ruido de cadenas y la solemnidad de los silencios, rasgados solo por la atrevida, espontánea y emotiva entonación de uno de los “palos” más significativos del Cante Grande Flamenco: “la saeta”

Celebra de esa manera, España en particular y el mundo cristiano en general, los acontecimientos que llevaron a Cristo a la cruz. En su día, Jesús y los apóstoles celebraron, en lo que hoy se conoce como la “ultima cena”, la pascua hebrea o pesaj que conmemora la salida del pueblo judío de la esclavitud de Egipto de vuelta a la Tierra Prometida (Éxodo 12). Esa fue la noche más bonita, noche de luna llena, en que comiendo de pie yerbas amargas, pan ácimo y cordero lechal el padre de cada familia judía entonó el breve “Baruj ata Adonai Elojim…” y que repite el sacerdote de la Iglesia Católica en su rito de consagración del pan y el vino: “Bendito seas Señor Dios del Universo…”

Debido a los mareos entre el Año Gregoriano vigente y el Año Lunar Judío no siempre coinciden ambas pascuas. Este año, el 5765 contado –supuestamente- a partir de la Creación, la fiesta de Pesaj comienza, en la tierra de Israel (en la diáspora varía un día), el viernes 22 de abril por la noche y finaliza el sábado 30 de abril por la noche (Como podéis daros cuenta es también una semana). Tanto el 25 de Marzo, día de Viernes Santo, como el 23 de Abril inicio de pesaj habrá luna llena: la noche más bonita, noche en la cual celebran los judíos la liberación de la muy mala leche del hermano adoptivo de Moisés, el Faraón, mientras que en el mundo cristiano, la liberación, no es de ningún energúmeno gobernante en la vega del Nilo sino –como lo explica magistralmente el teólogo Jean Galot- de las desastrosas e inevitables consecuencias del pecado original ocurrido por culpa de la mujer en las tierras del Tigris y el Eufrates… Yo particularmente me conformaría y celebraría por todo lo alto, la liberación del abominable jerarca de la vega del Guaire…

Todavía no logro entender cómo Dios en su sabiduría tuvo la ocurrencia de crear a la mujer eliminándole una costilla al pobre de Adán para, al poco tiempo, meter a éste ingenuo en semejante embrollo… ¡Hay que ver lo mal que llevan las religiones a la mujeres!

Después del lío de Adán y Eva, aparece en escena Abraham, que es a un mismo tiempo, Profeta del Judaísmo, Cristianismo, e Islamismo. Algo que nos debería llamar a reflexión y provocarnos el más alto grado de terror y pánico. Nace en la ciudad de Ur de Caldea, actual Irak y “por orden de Dios” (qué miedo me dan todos aquellos que hablan con Dios) emigró con su mujer, Saray, a Canaán y así cumplir con el designio divino de cargarse a los cananeos despojándoles de su tierra, “que mana leche y miel” porque Dios así lo pide… (Génesis, 12) ¡Tiene tomate el asunto! Desde entonces, hace ya más de 5 mil años, no descansa la humanidad de las luchas y guerras continuas entre aquellos que, por la Gracia de Dios, son los invasores israelitas y sus vecinos, sean estos Cananeos, Filisteos, Mardoqueos y cuantos otros han osado y osan decir, como actualmente hace el pueblo Palestino, que aquella tierra les pertenece y que les fue arrebatada por los vástagos de Abraham… Actualmente estoy “ligando” con temor y temblor que no se le ocurra a la Kenneset (Senado israelí) asumir que la parte sur de Irak, por haber nacido Abraham allí, también pertenece, aplicando el principio jurídico del “Uti possidetis”, a Medinat Israel o Estado Hebreo. No quiero ni imaginarme el follón que se armaría, adicional, al que se ha armado recientemente en ese país. ¡Ya te digo, estamos vivos por casualidad! Aprovecho para advertir que en la República de Manolia estamos recibiendo la orden divina de ocupar la casa del vecino… cuando lo hagamos habremos cumplido con Dios y los vecinos que actualmente la habitan, como infieles que son, ¡que lo casquen…! Pero no desvariemos.

El bueno de Abraham no contento con el desaguisado de desterrar, junto con Lot (su sobrino), de su tierra a los cananeos, y por haber mucha hambre en esa tierra prometida, de donde se deduce que la miel y la leche que manaba no era de la buena, se fue a Egipto. Allí, para salvar su pellejo y aumentar su riqueza, le pide a su mujer, de manera muy fina y ladina, se prostituya al faraón evento que trajo a éste, toda suerte de plagas que por poco le aniquilan y por ello en justicia le reclamó a Abraham: “Por qué dijiste: es mi hermana, de manera que yo la tomé por mujer” (Génesis 12, 19) Bueno, pues después de esta “putada” el Gran Patriarca no descansa de hacer melindreadas. Ahora, nos cuenta el Sagrado libro de la Biblia, que debido a que Saray su mujer no le daba hijos, ni corto ni perezoso, se lió, con la anuencia y complicidad de la mismísima Saray, con Agar, su esclava egipcia de quien tuvo un hijo: Ismael, de quien descienden todos los ismaelitas y que será: “Un onagro humano. Su mano contra todos y la mano de todos contra él” (Génesis 16,12) Ahora entenderéis por qué los judíos ven a los árabes como unos hijos de puta, si bien ellos, los judíos, también tienen su “paja en el ojo” como veréis a continuación pues…

El pueblo de Israel procede de Isaac el hijo que el Gran Patriarca tuvo -al menos eso dicen- con Saray, su mujer, después de “haber sido visitada por Yahvéh…” En definitiva que Saray después del affaire con el Faraón no encuentra otro mejor que tener uno con el mismísimo Yahvéh… ¡Esto huele a chamusquina! A partir del nacimiento de Isaac, las cosas no le fueron bien a Agar y su hijo Ismael, motivo por el cual, con líos de herencia entre medio, el Gran Patriarca, les echa de su casa. Los despedidos caminan por el desierto de Bersheba en donde, in extremis, ya cuando Ismael esta próximo a morir de sed, Dios promete convertirle en una gran nación (Génesis 21, 17-20) ¡y que lo dudes…..!

El ángel Gabriel, quien debe ser algo así como el Jefe-reportero del equivalente celestial de CNN, no solo habló con Agar (Génesis 16,7) y (Génesis 21, 17); con Zacarías (Lucas 1, 11-20); con José (Mateo 1,20) y luego con María, (Lucas 1, 26-38) sino que también revela, a Mahoma el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, durante casi 22 años de su vida profética (610-632 d.C). A medida que las “revelaciones” eran recibidas las recitaba el profeta en presencia de sus seguidores, uno de los cuales se encargaba de escribirla. En su conjunto esas revelaciones fueron compiladas después de la muerte de Mahoma, por su secretario Zayd-ibn-Thabit, a quien ordenó realizar esta tarea el primer califa Abu Bakr (Abubéquer). Unos diecisiete años más tarde, Osmán, tercer califa, revisó cuidadosamente el texto e hizo la edición definitiva: Consta de 114 suras o capítulos, que varían en longitud desde unas pocas líneas a muchos versos y fundamentalmente establece cómo deben vivir los hombres siguiendo estas 5 reglas: 1 Shahada Alá es el único Dios y Mahoma es su enviado (de cajón como el fue quien “hablo” con Dios…¡qué miedo!). 2 Salat Orar cinco veces al día. 3 Zakat Hacer caridad. 4 Sawn El ayuno durante el mes del Ramadán. 5 Hayy Hacer en la vida al menos una peregrinación a La Meca. Hasta ahí la cosa parece estar bien, pero…

Había comentado supra lo mal que llevan las religiones a la mujer y en verdad no entiendo como una mujer hoy en día pueda profesar religión alguna. Desde muy pequeñas les van marcando la diferencia –la inferioridad- con relación al hombre. La marca física de la circuncisión como señal de la alianza entre Dios y el “pueblo elegido” en el cual se encontraba “Ismael, todos los nacidos en su casa (de Abraham) y todos los comprados con dinero” (Génesis 17, 23) no tiene similar en la mujer. Ellas quedan sin señal visible de alianza divina. A los 13 años cuando el varón judío adquiere la mayoría de edad religiosa se manifiesta de manera relevante la diferencia con el rito de la Bar-Mitz-Vat. Ese día comienza a usar las mitzvot de Tefilín y Tzitzit que le sirven de herramientas para conectar con Jehová como había sido ordenado. Aparentemente la mujer no necesita estos tinglados pues según explicaciones rabínicas acomodaticias, la mujer siente esa conexión sin tener que recurrir a dichas manifestaciones exteriores, ya que no es tan espiritualmente densa como el hombre. Es el hombre quien tiene que recurrir al estudio de la Toráh para conectarse con Dios; para la mujer es una tarea superflua. Su conexión con Dios pasa por otro ‘canal’. (?) El acceso de la mujer a la Sinagoga es limitado, solo pueden estar en la parte alta trasera, algo así como el coro de nuestras Iglesias, imponiéndose de esta forma una severa separación de los hombres. Nunca les es permitido leer “la Toráh” –La Ley, es decir, el Pentateuco- ni protagonizar el Kaddish –oración en la Sinagoga- y jamás podrán ser Rabinos ni mucho menos tocar, ni a manera de saludo, a uno de ellos para no hacerles impuros. Los estudios bíblicos les están prohibidos y jamás pueden acceder a una Yeshiva o centro de estudios del Talmud.

En el Islam, la cosa es parecida. (Corán, Sura 4, 15 y ss) La mujer jamás alcanza una dignidad de Imán ni cantará a modo de Al-muazin la oración en el Minarete de ninguna Masyid (mezquita). Sus vestimentas son totalmente “antipecado” es decir solo pueden mostrar la cara con muchas limitaciones. Cuando caminan con sus maridos ellos siempre irán unos pasos adelante y ellas les seguirán con la mirada baja sin preguntar a dónde va. Como sus “primas” las judías, ellas también tienen separación de sexos en las mezquitas y les esta vedado ir a la oración de los viernes para cumplir con la norma coránica y agradar a Alá. Las escuelas islámicas solo son privilegio de los varones. En ellas se emplean varios años estudiando el Corán y sus múltiples interpretaciones dadas por el Mulá de turno hasta llegar al rango de Hafiz -musulmán que ha memorizado el Corán- y que en definitiva todo se reduce a que fuera del Islam todo es pecado y perdición y.. por supuesto, hay que acabar con el pecado y la perdición del mundo infiel mediante la Yihad, o esfuerzo para extender el modo de vida islámico que llega, incluso, a la Guerra Santa.


En la ciudad de La Meca, la Gran Mezquita, Beit Allah, contiene la Kaaba, espantosa estructura cúbica que según la tradición fue construida por Abraham. Sus cuatro caras están envueltas en seda negra con dos aberturas para mostrar las piedras sagradas, una de las cuales, es de color negro, siendo por ello, objeto de especial veneración. Pues bien, entre los ritos de los peregrinos, probablemente el más importante es el de dar siete vueltas alrededor de la Kaaba además de efectuar siete veces el recorrido entre las colinas Safa y Marwah, rezar de pie y escuchar un sermón en el monte sagrado de Arafat donde oró Mahoma. Pero falta algo importante, todo varón adulto, que pueda permitirse el gasto, sacrifica una oveja. La mujer no.

Hemos visto recientemente como tribunales islámicos aplicando la Sharia (ley islámica) condenan a muerte por lapidación (cumpliendo literalmente la ley mosaica expuesta en Deuteronomio, 22) a unas mujeres nigerianas por ser inculpadas de “adúlteras”, algo que desde luego cualquier ser humano civilizado rechaza; pero lo que más llama la atención es el hecho de que jamás será visto apedreado un musulmán por igual razón. Situación ésta que también es expuesta en la narración evangélica del nacimiento de Cristo cuando dice: “(José y María) antes de empezar a estar juntos ellos se encontró (María) en cinta por obra del Espíritu Santo. Su esposo José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto… (Mateo 1, 18-20) Si José la hubiese repudiado públicamente, entonces hubiese sido también apedreada tal y como lo iban a hacer con María Magdalena hasta el momento en que Cristo increpa a la multitud enardecida y cumplidora de la ley mosaica diciéndoles: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” ( Juan, 8) Me pregunto: ¿por qué Abraham no lapidó a Saray su mujer después de ésta haber estado con el Faraón y más aun por qué no se dio muerte a Abraham después de pecar con Agar según manda la ley? (Levítico 22)

También en el Budismo se trata con injusticia a la mujer considerándola como un ser inferior. La actitud de Buda se puede ver en uno de sus primeros discursos: “Las mujeres son pícaras, llenas de malicia y en ellas es difícil encontrar la verdad”. Hablando a los monjes, afirma que no deben nunca dirigirse a una mujer, ni mirarla, a no ser en caso de necesidad. Las reglas establecidas para su “orden” se referían sólo a los hombres, porque sólo ellos podían hacerse monjes y alcanzar la perfección. Si una mujer deseara realmente el camino de la salvación, sólo tenía una alternativa: renacer como varón, lo que sería posible en el caso de que se esforzase, en su vida de mujer, por “desarrollar un modo de pensar masculino”. La actitud de Buda se explica, sobre todo, teniendo como base su doctrina sobre el aniquilamiento del “deseo de vivir”. La mujer, ligada a la maternidad y al nacimiento, es vista como el obstáculo más grave y espantoso para la liberación del ciclo de los nuevos nacimientos. Fácilmente ella podría desviar al hombre de sus mejores propósitos, constituyendo, pues, un gran peligro. Era preciso mantenerla bien apartada, y, para eso, había que "aprender a despreciarla". (Sic)

El Cristianismo, que no es otra cosa que una variante del judaísmo, está desde sus comienzos salpicado de esa actitud misógina presente en la mayoría de las religiones. Cristo mismo no eligió entre sus apóstoles a mujer ninguna, si bien tenia seguidoras como fueron notoriamente, “María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.” (Lucas 8,2-3) Ciertamente, cuando los judíos seguidores de Cristo comienzan, en Éfeso, a identificarse como cristianos, absorben costumbres griegas y romanas que han quedado muy marcadas en la actual Iglesia Católica, entre ellas, la existencia de diosas en aquellas culturas que a manera de mimetismo cultural, fue ocupado en la Iglesia por la veneración y casi divinización de una persona cuasi integrante de la Santísima Trinidad: la virgen María. Hoy en día se está empezando a dar pasos importantes en el papel jerárquicamente igualitario de la mujer, sin embargo son pasos muy tímidos y sin mayor relevancia. La más progresista en este sentido es la Iglesia Anglicana al permitir el Sacerdocio de mujeres. En la Iglesia Católica donde la mujer tiene muchísima importancia –que no relevancia- el último reconocimiento se lo llevó, en 1997, Santa Teresita de Lisieux, quien junto con Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena ambas en 1970 son las únicas mujeres entre los 33 Doctores de Iglesia. Un último logro de las mujeres podemos verlo en la Iglesia Católica Española y concretamente en Semana Santa, al permitir algunas cofradías, entre sus costaleros la presencia de costaleras. Pero aún falta mucho para que veamos un sacerdote mujer y hasta un Papa o mejor dicho Papisa. ¡Menuda tarea le va a tocar al próximo Pontífice!

Y nada más. Hasta la próxima colectiva. Espero que no se escandalicen con ésta que he escrito con humildad y sencillez y como dice Unamuno: ¡Dios no te de paz y si Gloria! Agur.


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TITULO: A la Mayor Gloria de Dios... -Lema de los Jesuítas-

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