Antes de nuestra concepción ¿qué éramos? Acaso ¿Dos células apartadas en cada uno de nuestros progenitores? O simplemente NADA. Nos cuentan que en Dios ya existíamos pero para aceptar que preexistíamos “ab aeternum” en la mente de Dios, primero tenemos que admitir a ese mismo Dios, su existencia, y con ella su mente omnipresente. Y si fuese cierto, incluso demostrable, que en su Divina Mente de alguna u otra forma ya “éramos” pues, ¿qué más nos da? ya que a resultas en nuestra lucha diaria, “ello” ni nos va ni nos viene… Así de extraño, indiferente e irrelevante nos resulta nuestro inicio en la vida y en el ser. Y ese inicio, carente hasta el momento, de toda teología y teleología es una de las más grandes loterías que puedan existir si tomamos en cuenta la probabilidad matemática de las variables que entran en juego para que ocurra nuestra “creación” y cuyo premio, el de esa lotería, no es otro que el hecho mismo primero de nuestra concepción y luego de nuestro nacimiento. Algo así como un décimo aleatorio comprado en el estanco de la esquina con un número (nuestra concepción) y una serie (nuestro nacimiento). Inicialmente, pues, lotería pura y dura como puede demostrarse, y premio después de nueve meses que en realidad ni perturba ni importa ni tenemos presente en nuestra vida diaria. No conozco a nadie que sin padecer insanía se maree considerando estas divagaciones sobre su inicio y origen, mientras se cepilla los dientes o se rasura temprano en la mañana cumpliendo así con el rito de disponerse a continuar, una vez más, su fatigante, monótono y absurdo quehacer diario de lograr el pan con el sudor de su frente; como en su momento, sin tiempo de cepillarse ni rasurarse, le tocó a Adán, después de haber cometido el pecado original ¡oh maldición! y ser expulsado del Paraíso Terrenal (preocupantemente parecido al utópico paraíso socialista) con la dura frase de: “Recuerda hombre que eres polvo y en polvo te convertirás”
¿Pecado original o pecado de origen? ¿No será acaso nuestro origen un pecado en sí mismo? El hecho del “ser” ¿acaso no conlleva intrínsecamente el no-ser? ¿No fue nuestro origen la unión, es decir, la muerte de dos células? ¿No es nuestra vida una secuencia continua de miles de células que dejan de ser para que otras ocupen su lugar? Aprendí en mis tempranas clases de catecismo que se peca por acción y por omisión; por exceso y por defecto y es en este, nunca mejor dicho, catecúmeno escenario que me pregunto con Calderón de la Barca:
¿Pecado original o pecado de origen? ¿No será acaso nuestro origen un pecado en sí mismo? El hecho del “ser” ¿acaso no conlleva intrínsecamente el no-ser? ¿No fue nuestro origen la unión, es decir, la muerte de dos células? ¿No es nuestra vida una secuencia continua de miles de células que dejan de ser para que otras ocupen su lugar? Aprendí en mis tempranas clases de catecismo que se peca por acción y por omisión; por exceso y por defecto y es en este, nunca mejor dicho, catecúmeno escenario que me pregunto con Calderón de la Barca:
“qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.”
Ni el futuro “es” ni el pasado “es” ni el presente tampoco. Sólo “es” y se “es” en el instante, ese algo que casi no llega ni a ser presente sino, por expresarlo de alguna manera, una fina línea intangible, inaprensible y divisoria entre dos “no-ser” entre dos “nonadas” que llamamos pasado y futuro. ¡Ay dulce Doctor Angélico! Santo Tomás! ¡Que fino lo hilaste en tu tratado “De Instantibus”! Y en esa compleja, relativa y subjetiva medida de espacio-tiempo, llamada “instante” solo somos una sucesión, una lucha, si, una agonía entre el “ser y el no-ser” agonía que magistralmente inmortalizó Shakespeare en su Hamlet: “to be or not to be; that is the question” Pero esta nuestra pugna vital del “ser- no-ser” necesita de algo que no logro bien ubicar cuanto puede tener de acción, omisión, exceso o defecto. El hoy en día olvidado Teilhard de Chardin, S.J exponía en su “Fenómeno humano” la tesis de que todo en el Universo tiene un grado de vida y que solo varia la complejidad: A mayor complejidad; más vida y a mayor vida, más conciencia y así hasta llegar a la Conciencia Universal (con mayúsculas). Sus tesis paleontológicas fueron prontamente invalidadas y sus tesis teológicas casi tocaron la puerta de la excomunión. Su concepción de la evolución de las especies, fue considerada ortogenista y finalista, equidistante en la irreconciliable pugna entre la ortodoxia religiosa y la científica. Ello propició que fuese atacado por ambas ortodoxias, la primera se rasgó las vestiduras y la otra simplemente le ignoró. Pero, ¿qué se la va a hacer? nos dejó en aquellos años el fresco y momentáneo consuelo de sabernos todos como protagónicos participantes de un maravilloso e integrador devenir hasta la Conciencia Universal o Punto Omega. Algo así como un nuevo planteamiento, esta vez con serios visos de ciencia de la tesis metafísica del motor inmóvil aristotélico; aquel capaz de “mover sin moverse” al igual que lo hace, no sé con cuanta acción, omisión, exceso o defecto el “objeto de amor y de deseo”. Para ello hizo falta, pues, la Conciencia o en otros términos, saber que se “es” y con la ayuda de la poderosa herramienta de la memoria, saber que se “es” constantemente… claro está, “en el instante”, donde literalmente “vivimus, movemus et sumus” ¡Qué cosa más grande hermano!
Ahora bien, en lugar de establecer nuestra existencia en el marco del “ser- no-ser” ¿no sería más apropiado ubicarlo en el del no.ser-ser-no.ser? Es decir en el orden de “nada-ser-nada”; o en otras palabras; “no conciencia-conciencia-no conciencia”. Es aquí cuando las palabras del Génesis cobran toda su fuerza y su realidad científica, teológica, antropológica y metafísica: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Por lo tanto el inicial no.ser-ser-no.ser deviene ahora en: “polvo inicial - existencia consciente – polvo final” sin querer dar a la palabra “polvo” la acepción no del todo falsa ni mucho menos imprudente de un buen coito, trampa utilizada por la Naturaleza para que todo este mogollón ocurra y un pesado como yo, después de mucho tiempo sin escribir, le de hoy por dar la lata a mis pacientes lectores si es que todavía queda alguno que valientemente pasea su vista por esta línea… ¡Gracias!
Hoy no es un secreto cómo se formó el Universo y cómo apareció la vida en este pedazo ínfimo que llamamos Tierra. Una gran explosión (Big Ban) presencia de polvo estelar, grandes presiones, altas temperaturas y severas reacciones químicas dieron origen a la maravilla de la vida en nuestro planeta y quizás también en millones de otros planetas. Así nos lo demuestra la ciencia y así también, lo narra poéticamente los primeros versículos de la Biblia. La diferencia fundamental e irreconciliable entre ambas acepciones es la presencia de un Dios Creador en el texto del primer Libro del Pentateuco que a la ciencia si bien no estorba, le sobra. Es pues de ese polvo estelar (stardust) que procedemos y estamos constituidos y en ello prácticamente nos convertiremos después de nuestra muerte. Que acertado estuvo Moisés cuando escribió: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del POLVO de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. (Génesis 2:7) Que fabuloso poder ver en su plenitud el cumplimiento de la sentencia: “polvo eres y en polvo te convertirás” Sin embargo, el “Homo Demente” no se resigna a terminar su vida en una mera polvareda que no llega a pesar ni 500 gramos después de una cremación en cualquiera de los Tanatorios que diariamente prestan tan delicado servicio. Además, los restos recibidos después de la cremación de un ser querido en el vientre de una decorada ánfora solo representa una ínfima parte del total de los restos que esa persona ha ido soltando a lo largo de su vida pues como bien sabemos, aproximadamente cada 7 años se renuevan todas las células de nuestro cuerpo; es decir, que alguien, como un servidor, que cuente con 60 años ha eliminado 7,57 veces su cuerpo; los cuales nuevamente se convirtieron en polvo… en ese mismo polvo del cual procede y ello sin darnos mucha cuenta. Y no hace falta morirse biológicamente para estar ontológicamente muertos. Pienso en todos esos enfermos en situación Terminal, con pérdida total de su conciencia, de su yo, incapaces de reconocer y reconocerse; o aquellos que han sufrido un severo ataque de amnesia total y de la noche a la mañana simplemente “dejaron de ser” dejaron de “saberse” para pasar a vivir una nueva realidad, totalmente ajena a ellos y en donde su mascota muy probablemente tiene más grado de conciencia que su “finado” pero aún “vivo” dueño. ¿Qué les parece la Eutanasia?
La humanidad se divide en dos grupos: aquellos que creen en una existencia, presencia o permanencia de su conciencia después de la muerte y aquellos que aceptan regresar a la nada inicial ya sea de una manera digna, serena o desesperada. No pudiendo el hombre con toda su ciencia y talento eliminar el hecho fundamental de “desnacer”, recurre entonces a la fe; a la fe en un Dios que además de todas sus otras características establecidas por la Teología, sea principalmente un Dios Eternizador. Un Dios que asegure que lo que conocemos como muerte no sea otra cosa que una variante mitad escatológica, mitad biológica, de un nuevo parto que nos lleva a otra Vida; eso si, otra existencia de mi Yo íntimo y personal y para siempre… Me pregunto ¿Cuantos adeptos tendría una religión cuya fe se basase en un Dios, gran majadero, que crea todo lo creado y por crearse (ojo con esto último) pero que al final después de la muerte no ofreciera “otra vida”? Llegados a este punto, y para terminar la presente colectiva, no puedo dejar de recordar, por razones obvias, aquella poesía atribuida a San Juan de la Cruz preñada de belleza, revelación, fe y santa desesperación:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Y si el Dios del hombre de fe nos permitiese vivir eternamente en esta tierra y dejara en nuestras manos la posibilidad de suicidarnos ¿qué ocurriría? Se aceptan sugerencias.
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TITULO: “Recuerda hombre que eres polvo y en polvo te convertirás”
TITULO: “Recuerda hombre que eres polvo y en polvo te convertirás”
3 comentarios:
Querido Manolo,
Leo tu ”cartica” en mi oficina, temprano en la mañana, mientras me preparo para enfrentar mi ”fatigante, monótono y absurdo quehacer diario”. Una vez terminada la primera lectura, recurro a la Real Academia Española y a otro tazón de cafeína para acometer la segunda. Concluida la susodicha decido que “three is a charm” y que antes de proceder debo digerir un poco.
En sus meditaciones acerca del significado (o, mejor dicho, de la ausencia del mismo) de la vida, papá solía repetir que la existencia es simplemente “un relámpago entre dos eternidades”.
Así de repente se me ocurre que no estaría mal si pudiésemos “desenchufarnos” a voluntad. Imagina que cubrimos el carapacho con una buena manta protectora y lo estacionamos en un sitio seguro (como hacen algunos con sus automóviles para conservarlos en buen estado); ajustamos entonces un reloj despertador para que nos reanime en 50, 100, 200 años. Así podemos ir enchufándonos y desenchufándonos a través del tiempo. Una vez casados del vaivén nos podemos desenchufar definitivamente y ajustar el despertador para que eche el carapacho al bote de los “biodegradables” para ser usado como fertilizante.
Recibe un gran abrazo y muchos saludos a la familia.
Hola Manolo, espero hablemos sobre el tema tomándonos unos copetines; mientras tanto:
....en este valle de lágrimas.... ( La Salve)
.... esta pobre vida es una mala noche en una mala posada... (Santa Teresa de Jesús)
.......arrrea...
Un Abrazo .
Querido primo,
Me ha entretenido un rato leer tus divagaciones del pasado, presente, futuro y reflexiones interestelares. Respecto a los polvos de donde venimos - vamos, son los que echamos los que más me motivan con ese momentaneo-corto-intenso-presente que a cualquiera le gustaría retener per secula seculorum y si alguna Divinidad viene a hacerme ese ofrecimiento, abandonaré mi agnosticismo incrédulo que ha hecho acercarme a creencias animistas en lo que respecta a la relación del hombre con la tierra.
Si, me gustan tus reflexiones, ya habia caido en el asunto de la loteria que hace que estemos aquí, en muchos casos se trata de una loteria maldita que a más de uno no le tenia que haber tocado. ¿Ves mi afición por indagar en los antepasados?, siempre me llamó la atención que para que nosotros estemos aquí, ahora, no solo hicieron falta nuestros 2 padres - 4 abuelos - 8 bisabuelos 16 tatarabuelos - 32 -64 .....en el S XV - IX - III - II AC - XII AC - XXVAC hace un millón de años ¿Cuantos miles, millones de antepasados nuestros vivian simultaneamente, sin conocerse y se fueron mezclando hasta hacer que cualquiera de nosotros estemos aquí?. Todo lo que es infinito ó tiende a ello siempre ha provocado enredar mi pensamiento, nunca hasta un límite muy profundo ya que hasta me dió un poco de miedo, siempre ví la locura en una mente atrapada por conceptos imposibles de abarcar, por eso es de agradecer cuando escritores, pensadores ó iluminados son capaces de sintetizar esos conceptos con una frase, una poesia ó una reflexión brillante.
Te envio un soneto que me gustó desde la primera vez que la escuché, por la forma tan bella de reflejar el paso del tiempo y lo didactico que resulta en el consejo de despertar todos los instintos propios de la lozana juventud y que la mojigata sociedad siempre se ha empeñado en reprimir:
Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;
Mientras a cada labio, por cogello,
Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,
Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,
No sólo en plata o vïola troncada
Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
LUIS DE GONGORA Y ARGOTE
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