Queridos todos:
Hace un mes que no escribo. Como suele ocurrir a muchísima gente, Diciembre es para nosotros un mes preñado de actividades y acontecimientos, principalmente familiares. Después de nuestro exilio, es la época del año cuando nos reunimos todos en familia, al menos una sola vez al año, y así celebrar y pasar juntos todas las festividades propias de esa época de Navidad y entrada de año. De no ser por ello, la Navidad me resultaría más abominable de lo que ya me parece. La diferencia entre una feria de pueblo y la navidad es que la primera esta fuera de tu casa mientras que la segunda está en tu casa y tu de anfitrión, organizador, coordinador y pagador de la misma. Son demasiados los eventos que esa época conlleva: La hechura de las hallacas, que implica, como bien saben mis lectores venezolanos, la búsqueda de componentes exóticos de anormal adquisición en el medio de Castilla, como son las hojas de plátano, los granos granate de onoto, el verdi-gualda ají dulce, el ladrillo de panela (melaza) y el rollo de “pabilo” pues, como suele ocurrir, el del año pasado nunca aparece… y otras cositas que solo pueden lograrse en tiendas especializadas muy lejos de los habituales mercados e hipermercados que semanalmente visitamos para el rutinario avituallamiento. Lo admirable es que hoy por hoy podamos en España celebrar la cena navideña con el mismo menú navideño de Venezuela. Pero además de los preparativos culinarios, hay que añadir las diversas compritas de regalitos para familiares y algún que otro amigo así como las cositas “que les gustan a los muchachos”, toda una panoplia alimenticia que va desde boquerones en vinagre, hasta una lata de leche condensada. Esto es lo que se llama amor, mucho amor de madre… quien además encarga devotamente al sastre particular, las camisas de los chicos hechas a medida ¡y personalizadas!... ¡ya te digo! Claro está que entreveradamente en toda esta actividad hay que poner el arbolito, con sus bolas y sus luces y adornar la casa con el típico ambiente navideño al son de algunos villancicos como aquel que reza: “Si la virgen fuera andina y San José de los llanos, el niño Jesús sería, un niño venezolano…” o aquel otro, de factura castiza que canta: “Ande ande ande la marimorena, ande ande ande, que es la nochebuena…” sin olvidar por ello, que en la tarde del día 24 (siempre hay algo para última hora) había que ir corriendo a Torrejón de Ardoz a comprar el insustituible “pan de jamón” venezolano, compañero inseparable de una buena hallaca. Pues si, reunidos todos en familia disfrutamos de la cena navideña y a la prudente hora comenzó el reparto de regalitos… Yo en mi butaca, copa de un Ribera del Duero en mano, observaba el toma y dale… quizás hasta me podía caer alguno -pensaba yo- pero es que soy un bicho raro, y muy difícil de regalar; eso lo reconozco, y de no ser por una bella corbata de la familia Acedo y unas copias de un excelente programa de Astronomía de mi hijo Manuel, me habría quedado con las manos vacías. Es lo natural, los mayores no estamos para recibir regalos, estamos para ser San Nicolás “for ever and ever…” y disfrutar viendo la alegría de los tuyos mientras abren los continentes de sus obsequios. Ahora navego horas enteras por el espacio eterno y finito, me familiarizo con planetas nuevos, planetas distantísimos, iguales a la tierra, y caigo en cuenta de lo poquísima cosa que somos; un fútil producto del azar, dispuesto a ponerme la corbata nueva para, dado el caso, chatear con algún otro ser inteligente que tampoco recibió muchos regalos y se encuentre por allí, muy lejos, donde la luz tarda cientos de años en llegar…
Nos acostamos no muy tarde pues al día siguiente, 25, comenzábamos temprano la gira que teníamos programada para fin de año. Un periplo que organicé hacia un par de meses y que nos llevó por Calatayud, Nuévalos, Fuendetodos, Sástago, Zaragoza, Barcelona y Valencia. Para éste propósito alquilamos una camioneta, minivan, buseta, mierdeta o como llamen a esos artefactos en ambas orillas, y que por mi tradicional despiste automovilístico no recuerdo de que marca, color y modelo era. Solo recuerdo que había que repostarla con diesel en lugar de gasolina y con eso basta. La ruta fue elegida a posta pues eran lugares que nuestros hijos no conocían y nos brindó cosas muy interesantes. Para no dar la plepa resaltaré solo algunas. De Calatayud destaco su inmenso castillo que en su día estaba nevado y sus iglesias de estilo mudéjar. En una de ellas, la Iglesia de San Juan Bautista o del Real, se conservan cuatro pechinas pintadas por Goya en su juventud que representan a los Padres de la Iglesia. De Nuévalos, lo más importante es el Monasterio de Piedra. Este nombre lo lleva principalmente porque esta ubicado muy cerca del río piedra y no por su material de construcción. Es todo un conjunto artístico y turístico que se compone de parque natural, Monasterio y hotel. Destaca su destruida iglesia que ha debido ser muy bella, como se deduce de sus columnas y relieves de paredes que aun permanecen en pie. Nos contó la guía de turismo que, como consecuencia de la famosa desamortización de Mendizábal-Espartero (1824-54) el convento fue adquirido por la familia Muntadas de Barcelona. Al parecer temían que los frailes benedictinos volviesen a recuperar el monasterio y para hacerles desistir de su intento, la familia catalana no tuvo mejor idea que caer el techo de la iglesia… (sin comentarios) Un hito histórico de este Monasterio fue el que allí se preparó por vez primera una taza de chocolate… desde entonces este producto, mejicano en su origen, ha invadido el mundo con más fuerza que Atila sobre Europa. De allí salimos hacia Fuendetodos, pueblo pequeño cuya importancia consiste en ser, “Genio Loci” la cuna de Goya. Allí visitamos la casa natal del pintor universal. Una casa muy modesta, con mucho sabor a pueblo y en donde el frío ha de reinar durante todo el año y el Museo y Taller del Grabado en donde se expone la colección completa de los “caprichos” y “desastres de la guerra” de Goya así como dos cuadros que recientemente se han encontrado en un viejo almacén, que representan un vaso de vidrio y un almirez de pequeño formato, datadas entre 1762 y 1766 atribuidos a Goya. A este lugar hay que ir; no esta de paso de nada, esta en medio de la nada unido con un camino de dos vías como los que habian en la España de 1937. Y digo bien ese año, pues el próximo destino fue Belchite. Un verdadero viaje al pasado, exactamente a Septiembre de 1937, un perenne “desastre de la guerra”, no pintado por Goya. El 24 de agosto de ese año, el Ejército republicano, al mando del general Pozas, en la ofensiva que debía haberles llevado hasta Zaragoza, inició la batalla para recuperar Belchite, que resistió el asedio hasta el 6 de septiembre. El 10 de marzo de 1938 las fuerzas sublevadas de Franco tomaron el pueblo. Resultado: 6 mil muertos y la destrucción total del pueblo. Nota curiosa: En Belchite se rodó entre otras la película "Las aventuras del Barón de Munchausen (The Adventures of Baron Munchausen)", una coproducción del Reino Unido y Alemania dirigida por Terry Gilliam (1988). Con las imágenes de Belchite todavía frescas salimos rumbo a Sástago y a mitad de camino nos cubrió un densa niebla, característica del valle del Ebro. Aquel día todo parecía concertado: Ver los desastres de la Guerra pintados por Goya, revivir la guerra en Belchite y luego la Niebla que ocultaba el paisaje evocándonos un viaje al más allá; el mismo viaje que hicieron los muertos de ambos bandos. Después de cruzar el Ebro se disipó la niebla y finalmente llegamos a nuestro destino: El Monasterio de Nuestra Señora de Rueda. Su origen data de 1182 cuando el rey Alfonso II cede a los monjes cistercienses el castillo y villa de Escatrón. Durante los siglos XVI y XVII se configura la actual plaza, en donde destaca la galería herreriana que une el nuevo Palacio Abacial con el conjunto medieval. Con la antes citada desamortización de Mendizábal, a resultas de los decretos de 1836 y 1837, los bienes del monasterio serán utilizados para labores agrícolas, el patrimonio artístico se dispersará y buena parte del mismo, como fue lo habitual, resultará destruido… Hoy en día es un Hotel espectacular que recomiendo visitar. Desde allí visitamos Zaragoza, que estaba sumergida en brumas y con una temperatura de -3ºc. Poco pudimos verla pero aún así, destaco, además de la Basílica del Pilar y sus alrededores, las ruinas romanas de la antigua Cesaraugusta, fundada por el emperador Augusto en el año 24 AC., junto a la antigua ciudad ibérica de Salduie como “Colonia Inmune” es decir, libre de impuestos al Imperio. ¡Una gozada para esa época y para ésta también! Las ruinas están constituidas por el Foro, las Termas, el Puerto y el Teatro entre las cuales destaca éste último.
Superadas las nieblas y los fríos, llegamos a Barcelona. Después de ubicarnos en el hotel, salimos a caminar por las Ramblas y visitar el Puerto con su agitadísimo “Maremagnum” siempre lleno de gentes visitando sus tiendas, sitios de comida y salas de diversión. En esta ciudad mediterránea, tomamos uno de esos autobuses de “Sightseeing” como cómodo sistema de transporte turístico por la ciudad. En realidad Gaudí fue el gran protagonista de nuestra visita a la capital catalana: La casa Batlló, La Pedrera y la Sagrada Familia. Nos quedó pendiente el parque Güell. Obviamente el barrio Gótico y las grandes avenidas de la ciudad también tuvieron su protagonismo.
Inicialmente teníamos el plan de visitar también a Sagunto, pero el tiempo lo impidió, por eso nos fuimos directos a Valencia. Era increíble el tiempo soleado y con 20ºc por toda la costa mediterránea cruzando campos interminables de naranjos preñados de su dorado fruto. Valencia es una de las ciudades que más me gustan de España. Pasear desde las Torres Serranas, por esas calles, hoy en día peatonales, que cruzan toda la ciudad antigua hasta llegar a la Estación ferroviaria del Norte, un ejemplo exquisito de arte modernista, y después pasar todo un día entero en La Ciudad de las Artes y las Ciencias situada al final del viejo cauce del río Turia, hoy convertido en jardín después de ser desviado el río a causa de sus continuos desbordamientos. Allí disfrutar fundamentalmente de dos cosas: la grandiosa labor del hoy en día arquitecto universal Santiago Calatrava y las distintas exposiciones y actividades que allí se presentan. Entre ellas destaca el Oceanografic, el acuario más grande de Europa con 110.000 metros cuadrados y 42 millones de litros de agua presentando la fauna marina de los cuatro océanos con túneles que permiten una visión total de los peces como si se estuviese haciendo submarinismo. De Valencia regresamos a la Soberana a Invicta República de Manolia para despedir el año viejo y recibir el nuevo. Durante todo el viaje solo me perturbaron dos cosas: ETA y Chávez. Estando en Valencia la banda terrorista colocaba su mortífera bomba en la Terminal 4 de Barajas y Chávez por su parte, empavonado con su nueva legislatura, comenzaba a anunciar la profundización del “socialismo del siglo 21” con la suspensión de la concesión a RCTV, tema al cual dedicaré la próxima Colectiva. Hoy hay marchas antiterroristas en Madrid y otras ciudades de España. No iré a ninguna de ellas pues todas están altamente politizadas y ninguna promete lo que yo quiero escuchar: una declaración de guerra a la ETA y su eliminación utilizando sus mismos métodos; al buen estilo y usanza del Estado de Israel. Me quedaré en casa, terminaré de recoger el arbolito de Navidad y guardaré a buen recaudo los rollos de pabilo, el de este año y el extraviado y aparecido del año anterior. Ojala tenga suerte. Hasta la próxima. Abrazos para todos y Agur.
Hace un mes que no escribo. Como suele ocurrir a muchísima gente, Diciembre es para nosotros un mes preñado de actividades y acontecimientos, principalmente familiares. Después de nuestro exilio, es la época del año cuando nos reunimos todos en familia, al menos una sola vez al año, y así celebrar y pasar juntos todas las festividades propias de esa época de Navidad y entrada de año. De no ser por ello, la Navidad me resultaría más abominable de lo que ya me parece. La diferencia entre una feria de pueblo y la navidad es que la primera esta fuera de tu casa mientras que la segunda está en tu casa y tu de anfitrión, organizador, coordinador y pagador de la misma. Son demasiados los eventos que esa época conlleva: La hechura de las hallacas, que implica, como bien saben mis lectores venezolanos, la búsqueda de componentes exóticos de anormal adquisición en el medio de Castilla, como son las hojas de plátano, los granos granate de onoto, el verdi-gualda ají dulce, el ladrillo de panela (melaza) y el rollo de “pabilo” pues, como suele ocurrir, el del año pasado nunca aparece… y otras cositas que solo pueden lograrse en tiendas especializadas muy lejos de los habituales mercados e hipermercados que semanalmente visitamos para el rutinario avituallamiento. Lo admirable es que hoy por hoy podamos en España celebrar la cena navideña con el mismo menú navideño de Venezuela. Pero además de los preparativos culinarios, hay que añadir las diversas compritas de regalitos para familiares y algún que otro amigo así como las cositas “que les gustan a los muchachos”, toda una panoplia alimenticia que va desde boquerones en vinagre, hasta una lata de leche condensada. Esto es lo que se llama amor, mucho amor de madre… quien además encarga devotamente al sastre particular, las camisas de los chicos hechas a medida ¡y personalizadas!... ¡ya te digo! Claro está que entreveradamente en toda esta actividad hay que poner el arbolito, con sus bolas y sus luces y adornar la casa con el típico ambiente navideño al son de algunos villancicos como aquel que reza: “Si la virgen fuera andina y San José de los llanos, el niño Jesús sería, un niño venezolano…” o aquel otro, de factura castiza que canta: “Ande ande ande la marimorena, ande ande ande, que es la nochebuena…” sin olvidar por ello, que en la tarde del día 24 (siempre hay algo para última hora) había que ir corriendo a Torrejón de Ardoz a comprar el insustituible “pan de jamón” venezolano, compañero inseparable de una buena hallaca. Pues si, reunidos todos en familia disfrutamos de la cena navideña y a la prudente hora comenzó el reparto de regalitos… Yo en mi butaca, copa de un Ribera del Duero en mano, observaba el toma y dale… quizás hasta me podía caer alguno -pensaba yo- pero es que soy un bicho raro, y muy difícil de regalar; eso lo reconozco, y de no ser por una bella corbata de la familia Acedo y unas copias de un excelente programa de Astronomía de mi hijo Manuel, me habría quedado con las manos vacías. Es lo natural, los mayores no estamos para recibir regalos, estamos para ser San Nicolás “for ever and ever…” y disfrutar viendo la alegría de los tuyos mientras abren los continentes de sus obsequios. Ahora navego horas enteras por el espacio eterno y finito, me familiarizo con planetas nuevos, planetas distantísimos, iguales a la tierra, y caigo en cuenta de lo poquísima cosa que somos; un fútil producto del azar, dispuesto a ponerme la corbata nueva para, dado el caso, chatear con algún otro ser inteligente que tampoco recibió muchos regalos y se encuentre por allí, muy lejos, donde la luz tarda cientos de años en llegar…
Nos acostamos no muy tarde pues al día siguiente, 25, comenzábamos temprano la gira que teníamos programada para fin de año. Un periplo que organicé hacia un par de meses y que nos llevó por Calatayud, Nuévalos, Fuendetodos, Sástago, Zaragoza, Barcelona y Valencia. Para éste propósito alquilamos una camioneta, minivan, buseta, mierdeta o como llamen a esos artefactos en ambas orillas, y que por mi tradicional despiste automovilístico no recuerdo de que marca, color y modelo era. Solo recuerdo que había que repostarla con diesel en lugar de gasolina y con eso basta. La ruta fue elegida a posta pues eran lugares que nuestros hijos no conocían y nos brindó cosas muy interesantes. Para no dar la plepa resaltaré solo algunas. De Calatayud destaco su inmenso castillo que en su día estaba nevado y sus iglesias de estilo mudéjar. En una de ellas, la Iglesia de San Juan Bautista o del Real, se conservan cuatro pechinas pintadas por Goya en su juventud que representan a los Padres de la Iglesia. De Nuévalos, lo más importante es el Monasterio de Piedra. Este nombre lo lleva principalmente porque esta ubicado muy cerca del río piedra y no por su material de construcción. Es todo un conjunto artístico y turístico que se compone de parque natural, Monasterio y hotel. Destaca su destruida iglesia que ha debido ser muy bella, como se deduce de sus columnas y relieves de paredes que aun permanecen en pie. Nos contó la guía de turismo que, como consecuencia de la famosa desamortización de Mendizábal-Espartero (1824-54) el convento fue adquirido por la familia Muntadas de Barcelona. Al parecer temían que los frailes benedictinos volviesen a recuperar el monasterio y para hacerles desistir de su intento, la familia catalana no tuvo mejor idea que caer el techo de la iglesia… (sin comentarios) Un hito histórico de este Monasterio fue el que allí se preparó por vez primera una taza de chocolate… desde entonces este producto, mejicano en su origen, ha invadido el mundo con más fuerza que Atila sobre Europa. De allí salimos hacia Fuendetodos, pueblo pequeño cuya importancia consiste en ser, “Genio Loci” la cuna de Goya. Allí visitamos la casa natal del pintor universal. Una casa muy modesta, con mucho sabor a pueblo y en donde el frío ha de reinar durante todo el año y el Museo y Taller del Grabado en donde se expone la colección completa de los “caprichos” y “desastres de la guerra” de Goya así como dos cuadros que recientemente se han encontrado en un viejo almacén, que representan un vaso de vidrio y un almirez de pequeño formato, datadas entre 1762 y 1766 atribuidos a Goya. A este lugar hay que ir; no esta de paso de nada, esta en medio de la nada unido con un camino de dos vías como los que habian en la España de 1937. Y digo bien ese año, pues el próximo destino fue Belchite. Un verdadero viaje al pasado, exactamente a Septiembre de 1937, un perenne “desastre de la guerra”, no pintado por Goya. El 24 de agosto de ese año, el Ejército republicano, al mando del general Pozas, en la ofensiva que debía haberles llevado hasta Zaragoza, inició la batalla para recuperar Belchite, que resistió el asedio hasta el 6 de septiembre. El 10 de marzo de 1938 las fuerzas sublevadas de Franco tomaron el pueblo. Resultado: 6 mil muertos y la destrucción total del pueblo. Nota curiosa: En Belchite se rodó entre otras la película "Las aventuras del Barón de Munchausen (The Adventures of Baron Munchausen)", una coproducción del Reino Unido y Alemania dirigida por Terry Gilliam (1988). Con las imágenes de Belchite todavía frescas salimos rumbo a Sástago y a mitad de camino nos cubrió un densa niebla, característica del valle del Ebro. Aquel día todo parecía concertado: Ver los desastres de la Guerra pintados por Goya, revivir la guerra en Belchite y luego la Niebla que ocultaba el paisaje evocándonos un viaje al más allá; el mismo viaje que hicieron los muertos de ambos bandos. Después de cruzar el Ebro se disipó la niebla y finalmente llegamos a nuestro destino: El Monasterio de Nuestra Señora de Rueda. Su origen data de 1182 cuando el rey Alfonso II cede a los monjes cistercienses el castillo y villa de Escatrón. Durante los siglos XVI y XVII se configura la actual plaza, en donde destaca la galería herreriana que une el nuevo Palacio Abacial con el conjunto medieval. Con la antes citada desamortización de Mendizábal, a resultas de los decretos de 1836 y 1837, los bienes del monasterio serán utilizados para labores agrícolas, el patrimonio artístico se dispersará y buena parte del mismo, como fue lo habitual, resultará destruido… Hoy en día es un Hotel espectacular que recomiendo visitar. Desde allí visitamos Zaragoza, que estaba sumergida en brumas y con una temperatura de -3ºc. Poco pudimos verla pero aún así, destaco, además de la Basílica del Pilar y sus alrededores, las ruinas romanas de la antigua Cesaraugusta, fundada por el emperador Augusto en el año 24 AC., junto a la antigua ciudad ibérica de Salduie como “Colonia Inmune” es decir, libre de impuestos al Imperio. ¡Una gozada para esa época y para ésta también! Las ruinas están constituidas por el Foro, las Termas, el Puerto y el Teatro entre las cuales destaca éste último.
Superadas las nieblas y los fríos, llegamos a Barcelona. Después de ubicarnos en el hotel, salimos a caminar por las Ramblas y visitar el Puerto con su agitadísimo “Maremagnum” siempre lleno de gentes visitando sus tiendas, sitios de comida y salas de diversión. En esta ciudad mediterránea, tomamos uno de esos autobuses de “Sightseeing” como cómodo sistema de transporte turístico por la ciudad. En realidad Gaudí fue el gran protagonista de nuestra visita a la capital catalana: La casa Batlló, La Pedrera y la Sagrada Familia. Nos quedó pendiente el parque Güell. Obviamente el barrio Gótico y las grandes avenidas de la ciudad también tuvieron su protagonismo.
Inicialmente teníamos el plan de visitar también a Sagunto, pero el tiempo lo impidió, por eso nos fuimos directos a Valencia. Era increíble el tiempo soleado y con 20ºc por toda la costa mediterránea cruzando campos interminables de naranjos preñados de su dorado fruto. Valencia es una de las ciudades que más me gustan de España. Pasear desde las Torres Serranas, por esas calles, hoy en día peatonales, que cruzan toda la ciudad antigua hasta llegar a la Estación ferroviaria del Norte, un ejemplo exquisito de arte modernista, y después pasar todo un día entero en La Ciudad de las Artes y las Ciencias situada al final del viejo cauce del río Turia, hoy convertido en jardín después de ser desviado el río a causa de sus continuos desbordamientos. Allí disfrutar fundamentalmente de dos cosas: la grandiosa labor del hoy en día arquitecto universal Santiago Calatrava y las distintas exposiciones y actividades que allí se presentan. Entre ellas destaca el Oceanografic, el acuario más grande de Europa con 110.000 metros cuadrados y 42 millones de litros de agua presentando la fauna marina de los cuatro océanos con túneles que permiten una visión total de los peces como si se estuviese haciendo submarinismo. De Valencia regresamos a la Soberana a Invicta República de Manolia para despedir el año viejo y recibir el nuevo. Durante todo el viaje solo me perturbaron dos cosas: ETA y Chávez. Estando en Valencia la banda terrorista colocaba su mortífera bomba en la Terminal 4 de Barajas y Chávez por su parte, empavonado con su nueva legislatura, comenzaba a anunciar la profundización del “socialismo del siglo 21” con la suspensión de la concesión a RCTV, tema al cual dedicaré la próxima Colectiva. Hoy hay marchas antiterroristas en Madrid y otras ciudades de España. No iré a ninguna de ellas pues todas están altamente politizadas y ninguna promete lo que yo quiero escuchar: una declaración de guerra a la ETA y su eliminación utilizando sus mismos métodos; al buen estilo y usanza del Estado de Israel. Me quedaré en casa, terminaré de recoger el arbolito de Navidad y guardaré a buen recaudo los rollos de pabilo, el de este año y el extraviado y aparecido del año anterior. Ojala tenga suerte. Hasta la próxima. Abrazos para todos y Agur.
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TITULO: Los años corren como las aguas de un río. Ovidio, Ars. 3,62
TITULO: Los años corren como las aguas de un río. Ovidio, Ars. 3,62
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